miércoles, 6 de junio de 2018

¿De quién es el dinero público, señora Calvo?



Recuerdo que al día siguiente de morir Antonio Mingote (4/4/2012) el diario ABC le dedicó al marqués de Daroca, al que tuve el honor de conocer y admirar, casi todas sus páginas. Eran días difíciles para la economía española y las páginas de economía  ponían de manifiesto que existía en España “un entorno muy complicado”. En efecto: las autonomías incumplían el déficit, el Ibex se desplomaba un 2’7%  y la prima de riesgo se situaba en los 360 puntos. Por si ello fuese poco, Bruselas exigía reducir el déficit en 35.000 millones de euros, la deuda pública rozaba el 80% del PIB (veinte puntos por encima de dos años antes) y el barril de Brent subía hasta los 120 dólares. Y en aquella disparatada situación, una viñeta del genial Mingote dibujada un año antes, había sido como un anticipo del dificultoso panorama con el que se iba a encontrar el Gobierno presidido por  Mariano Rajoy en la elaboración de los Presupuestos. En aquella profética viñeta, digo, quedaba plasmado un grupo de diputados durante un receso en el bar de las Cortes. En la barra, frente a sendas tazas de café humeante, un repeinado diputado con traje azul le decía a otra compañera de traje rojo con vehemencia inusitada: “”Lo de limitar el despilfarro está bien. Pero si eso supone suprimir mis subvenciones, los va a votar su padre. ¡Con la ideología no se juega!”. Han pasado 6 años y un mes de aquel sindiós. La macroeconomía va mejor, el paro disminuye aunque la mayoría de los contratos sean precarios, la prima de riesgo está muy por debajo de aquellas cifras, etcétera. Pero lo mejor de todo es que  el Partido Popular ha pasado a la Oposición por una moción de censura. Y hoy, precisamente, Pedro Sánchez, después de haber resuelto un complicado sudoku, ha presentado al jefe del Estado la lista de los ministros de su nuevo gabinete, 17 en total, mujeres en su mayoría. Como decía un tipo de Calatayud, o del pueblo de al lado,  “de lo que tenemos, no nos falta de nada”. Cierto. Hay en ese equipo de gobierno hasta un astronauta. ¡Alguien da más? Sólo una cosa me preocupa: la nueva vicepresidenta del Gobierno y ministra de Igualdad, la egabrense  Carmen Calvo Poyato, dijo siendo ministra de Cultura con Rodríguez Zapatero (29 de mayo, 2004) que “estamos manejando dinero público y el dinero público no es de nadie”. Aquella afirmación fue un auténtico despropósito sólo justificable en boca de un ganapán. Pero bueno, ser egabrense, como es el caso de Carmen Calvo, tiene su aquel. Cuentan las crónicas parlamentarias de las Cortes franquistas que, a principios de los años 60, José Solís Ruiz,  ministro secretario general del Movimiento, defendía un  proyecto de ley para aumentar las horas lectivas dedicadas al deporte en detrimento de las lenguas clásicas (latín y griego). Y en medio de su discurso dijo: “¿Porque  en definitiva para qué sirve hoy el latín?”. Entonces, Adolfo Muñoz Alonso, profesor de la Complutense, no pudo contenerse y le increpó a Solís desde el escaño:”Por de pronto, señor ministro, para que a su señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa”. Egabrense deriva de la antigua Egabro romana, a la que los musulmanes llamaron Qabra por adaptación al árabe.

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