Se cuenta que un baturro iba
camino de Zaragoza con tal empeño que no cesaba de repetir: “Llegaré, quiera
Dios o no”. Pero Dios, harto de tanta soberbia, lo convirtió en rana. Pasando
un tiempo, lo devolvió a su estado natural pensando que aquél había enmendado
su falta. Cuando alguien le preguntó hacia donde iba, él respondió: “a Zaragoza
o al charco”. Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza, sale ahora anunciando
que “se revisará el uso de todos los inmuebles exentos de IVA”. Sin duda debe
referirse a los inmuebles de los partidos políticos y de los sindicatos. Los
inmuebles propiedad del Estado están exentos; y los propiedades pertenecientes
a la Iglesia Católica
son “intocables” mientras esté en vigor el Concordato de 1979. Ya no saben estos
derrochadores de la cosa pública de dónde sacar “cash” para seguir viviendo
como “nuevos ricos” (como ese Trimalcion de la obra de Petronio) unidos al
cordón umbilical de un alcalde que se mantiene hilvanado a la poltrona con el frágil apoyo de IU y de Chunta
Aragonesista, ¡menudas dos patas para un banco!, en un vano intento de poder
hacer frente al Plan de Pago a Proveedores. ¿Cuánto se debe todavía de la Expo? ¿Cómo se piensa
sufragar el despropósito del tranvía? Por otro lado, en 315 municipios
aragoneses no hubo ningún nacimiento en el último año. ¿Para qué se hicieron
polideportivos y centros culturales en cada uno de esos pueblos? José Ángel
Biel, presidente del PAR (otro que tal baila), le comentaba a Rajoy en su
último encuentro en La Moncloa que no desea que
se anexionen pequeños municipios. ¿Alguien entiende algo? Por otro lado, el
Gobierno, en boca del ministro De Guindos, entiende que ve “bien” la fusión de
Ibercaja Banco; Banco Grupo Cajatrés (formado en “fusión fría” por Caja Inmaculada,
Caja Círculo de Burgos y Caja Badajoz) y Liberbank (banco
constituido por el Grupo Cajastur, Banco CCM, Caja de Extremadura y Caja
Cantabria). El presidente de la entidad resultante será Amado Franco, actual
responsable de Ibercaja. Si el Gobierno dice que lo ve “bien”, habrá que
echarse a temblar. Al optometrista oficial del Gobierno últimamente le crecen
los enanos. Rajoy, ante la gravedad de nuestra situación económica, tiene la
obligación ineludible de contarles a los ciudadanos qué está sucediendo. Se
puede ir a Zaragoza o al charco. Y se puede ir, también, hacia delante (como
había prometido en la
Oposición aunque sin enseñar las cartas, cuando decía en el
Congreso que el problema era Rodríguez
Zapatero) o hacia atrás, jugando de farol, a la espera de que “Le Tricheur à l'as
de carreau” que tenemos enfrente, o sea, Merkel, nos deje
sin plumas y cacareando, como al gallo de Morón.
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