Como bien se sabe, el ministro
del Interior ha visitado, ayer y hoy, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla
por ver qué se puede hacer para evitar en la medida de lo posible los asaltos a
la valla que separa España de Marruecos. Y parece ser que se va a llevar a cabo
una inversión de millón y medio de euros para, entre otras cosas, colocar una
valla “antitrepa” y hacer más difícil que los subsaharianos puedan encaramarse
a ella. En fin, algo había que hacer. Lo que no me sirve como excusa es que el
ministro manifieste que los alambres con cuchillas, las famosas concertinas,
son “un elemento no agresivo, que tiene una finalidad disuasoria y que cumplen
con todos los requisitos de legalidad”. Pero, por si a algún ciudadano no le ha
quedado cristalina esa respuesta, éste ha dejado claro que tales concertinas no
las colocó en su día el Gobierno que preside Rajoy, es decir, que ya estaban
antes del 20 de diciembre e 2011,
a excepción de 2’5 kilómetros, que se han repuesto.
Jorge Fernández Díaz, por decir, puede decir que las porras de la Guardia Civil no son agresivas,
si no se utilizan como medida represiva; que las pelotas de goma tampoco lo
son, si te las regalan en la tienda cuando compras unos zapatos “El Gorila”;
etcétera. Las concertinas son muy agresivas, por más que diga lo contrario el
ministro, Agamenón o su porquero. Digo más: mantener esas cuchillas me parece
una auténtica salvajada. Hasta Clemente Cubero, gerente de Kwazulu, empresa que
fabrica los rollos de alambre con cuchillas entiende que hay productos más
efectivos y que no hacen daño a las personas. Y pone como ejemplos el muro de
hormigón de 12 metros
de altura existente en Israel o una determinada valla antiescalada que ellos
fabrican. “Tenemos una valla antiescalada -dice Cubero- en la que no entra una mano ni
un pie ni una cizalla; lo único que puede penetrar es una sierra radial, pero
en el interior de la valla hay además unos barrotes rellenos de material
cerámico que, para cortarlos con una radial, habría que cambiar la muela cada
dos minutos”. Como pueden observar, ideas no faltan. Sólo, si acaso, la
voluntad de aplicarlas.
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