Los expertos, esos tipos que
dicen que ha llovido cuando ven el suelo mojado sin pararse a pensar si por
allí ha pasado la mangarriega, proponen ahora un rosario de medidas tendentes a
estimular el consumo y evitar la deflación, que es el fantasma que ahora asoma
por las esquinas de La
Moncloa. Los expertos, digo, conforman una comisión de sabios
que parece que entienden de todo menos en dar con el chiste para arreglar el
país. El “Informe Lagares”, es extenso y de difícil digestión. A ver si lo he entendido
bien: pretenden subir el IVA reducido del 10 al 21 % excepto el que grava a la
vivienda, el turismo y el transporte público. De la misma manera, propone subir
las cotizaciones que paga el empleado y bajar las del empleador, entendiendo
que así estimularán la creación de empleo. Este tipo, un tal Lagares, confunde la estimulación de creación
de empleo a base de hacer regalos a los empresarios con la estimulación del
clítoris de su pareja, si es que la tiene. A mi entender, en España los
empresarios no crearán empleo neto mientras no tengan nada que fabricar y
posteriormente vender. Y los ciudadanos, por aquello de la ley de la oferta y
la demanda, adquirirán menos productos terminados en proporción directa al
aumento del IVA en los productos de consumo. Es la pescadilla que se muerde la
cola. Pretender, como aquí se pretende, hacer una nueva distribución de la
carga de la Seguridad Social
de esa guisa y ensayar compensarlo con la subida de la tributación directa en
IVA e impuestos especiales, se me antoja lo más parecido a los grandes inventos
del doctor Franz de Copenhague; pretender imputar como renta la primera
vivienda; aumentar los impuesto en gasóleo y electricidad; pretender igualar el
impuesto del tabaco de liar que el de los cigarrillos (sin valorar el aumento
creciente del contrabando en España); pretender cobrar peaje en las infames
autovías (hechas en su día con la ayuda de fondos europeos); pretender reducir
el incentivo en I+D en sociedades; pretender que las ayudas para personas con
VIH tributen, etcétera; es algo parecido a, como decía Cela, “meneársela con
goma higiénica”. Con tales medidas, de llevarse a cabo, siempre saldrán
perdiendo los ciudadanos más vulnerables. Llueven palos a los pobres. “¡Garúa! /
Solo y triste por la acera/ va este corazón transido/ con tristeza de tapera…”.
Corolario: ¡Que se vayan a tomar por saco!
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