Rajoy ha hablado. Se cree sus mentiras, como el pequeño Nicolás. Y desde el atril del
Palacio de la Moncloa
ha lanzado un mitin de partido, que no de Gobierno, para asustar sietemesinos. En
un arranque de valentía, ¡olé tu temple con
la muleta!, ha indicado a los presentes, periodistas todos ellos, que en
2015 y en vista de que la economía española marcha como un cohete por su
esfuerzo y tesón ( de él, claro), está dispuesto a subir a los pensionistas un
0’25 por ciento y los salarios mínimos un 0’50. Es decir, grosso modo, alrededor de 3 euros mensuales, para que echen pierna.
Lo ha dicho el genio de pelo entintado: “2014 ha sido el año de la
recuperación; 2015 será el del despegue definitivo”. ¡Toma ya! Y por aquello de
ir por atún y ver al duque, ha aprovechado el atril, del que no se ha soltado
en ningún momento, para defender el bipartidismo, poniendo el ejemplo de Estados
Unidos, Alemania y Francia. Y ha dado una revolera en la suerte de capa mirando
al tendido e intentando quedar bonito para la afición: “En España -ha señalado
sin despeinarse la barba- con gobiernos del PP y del PSOE, es donde más ha
crecido el Estado del bienestar”. Este hombre va a hacer bueno a Zapatero, ya lo verán. Un
bienestar que, para Luis María Linde, por ejemplo, se ha traducido en una subida de
sueldo del 5%. Y pretende ahora ese cofradillo del B. de E. que no se suban los
salarios de los trabajadores. Este hombre es como Mafo, que sólo toreaba desechos de tentadero en plazas de pueblos
sin enfermería, sólo que Linde es lidiador de charlotada, como los enanitos forcados.
--¿Oiga, compadre, y cómo se
llega a gobernador del Banco de España?
--Pues ya puede ver, degenerando.
--Hombre, eso ya lo dijo Juan Belmonte de su banderillero Joaquín Miranda, que llegó a ser
gobernador civil de Huelva.
--Sí, también.
--Pues nada, amigo, aquí hay que
bailar mientras suene la música.
--Y procurar no descarrilar, o que nos pille la ciclogénesis explosiva de
Podemos con el culo al aire y el sellado de cartillas de racionamiento.
Hace unos días pude ver una comida de Pedro Sánchez en casa de unos catalanes. Unos canelones (uno por
comensal), algo de ensalada (muy poca), y un café solo de esos de nespresso. No sé, pero yo ni en los
peores tiempos de pupilaje en Barcelona (en la calle Valencia, 36; en calle
Nápoles, 99; etcétera), recuerdo haber comido tan escaso. Pero doy por hecho –aunque
eso no trascienda- que Sánchez llevaría un fondo de estómago antes de ir a casa
de esos roñosos catalanes. Él llevó unas rosquillas compradas en la madrileña
calle de Ferraz. ¡Menos mal! Aún así y todo, Sánchez debería haber llevado el Manual de Cocina de la Sección Femenina del
Movimiento. Se editó en 1950 con prólogo de Pilar Primo de Rivera. Existe otra edición de 1962. Es lo único
serio que, en rigor, se hizo en aquella desdichada época.
1 comentario:
Jose Ramon, me ha gustado tus comentarios, tan incisivos como siempre, continua asi
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