Pues bien, Manuel Blasco,
alcalde de Teruel¸ afirmó en la prensa local que “el Ayuntamiento continuará
apostando por la promoción de Teruel como Ciudad del Amor, que tan buenos
resultados está dando”. Se refería, sin duda, a los espectáculos celebrados
días pasados donde casi todos los turolenses hicieron de figurantes de época,
las calles se llenaron de turistas, los hoteles, hostales y restaurantes
permanecieron a plena ocupación, abundaron los saltimbanquis, los pitos y las
flautas, montaron sus tenderetes chamarileros y vendedores ambulantes, se
entregaron las Medallas de los Amantes
a determinados ciudadanos distinguidos, también a Pronovias, y tuvo lugar el I
Mercado de la Trufa
en la plaza del Torico. Y, como no podía ser menos, el Mausoleo de Juan de Ávalos recibió más de 2.600
visitantes. Entiendo que no está mal que una ciudad, en este caso Teruel, se
haya puesto de moda aunque sólo sea por
unos días y haya dado sus esperados frutos el eslogan turístico “Teruel existe”,
si bien no haya una sola franquicias de burger
y vergonzosamente sigue siendo la única capital de provincias que no
dispone de línea de ferrocarril directa con Madrid. Pero con las fiestas populares sucede como
con los terremotos: hay réplicas. Sin ir más lejos, la leyenda turolense de los
Amantes se intenta plasmar, aunque de otro estilo, en el barrio zaragozano de
Arrabal. La Asociación
de Vecinos que preside Tejedor y que
no sabemos muy bien a quién representa (considerando el exiguo número de
vecinos asociados), pretende, mediante un acto de adanismo paleto, llevar a
cabo cada año una recreación “histórica” basada en una supuesta patraña de amor
que tuvo lugar junto al Ebro. En este caso, los protagonistas son dos personajes,
Pilar y Gregorio, que según una leyenda que personalmente jamás había
escuchado, se enamoraron en el Arrabal a finales del siglo XIX. Ambos provenían
de familias de agricultores enfrentadas que no aprobaban ese noviazgo. Y esos
enamorados, en plena catarsis, decidieron un día unir sus manos con un
cachirulo en el Puente de Piedra y lanzarse unidos a lo más hondo del Pozo de
San Lázaro para morir ahogados. Y la primera prueba se hizo con un performance
el pasado 14 de febrero junto al Centro de Interpretación de San Lázaro, donde
los miembros la compañía de teatro Los
Navegantes interpretaron una adaptación de “La Morica
de Daroca”. Según Alejandro Regueiro
y Coral González, autores del libro
de relatos “De gatos a gatas” (donde
está incluida esa leyenda) tuvieron que adornar mucho el cuento con invenciones
sobre la marcha porque la tradición oral había dejado muy pocos datos sobre la
vida y milagros de esos suicidas.
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