Mariano Rajoy ha
estado visitando esta mañana de viernes la orilla el Ebro a su paso por
Zaragoza acompañado de Rudi. Un
visto y no visto. A mi entender, el presidente del Gobierno no sabe ni para qué
ha venido. De traje y sin mancharse los zapatos ha estado en la zona de la Expo. Cuenta la prensa local
que también “se ha reunido con una veintena de alcaldes afectados en el Pabellón Puente de la antigua
Exposición Internacional”. Consideraba oportuno informarles sobre las medidas
adoptadas por real decreto para paliar los daños llevadas a cabo en el Consejo
de Ministros de horas antes. Pero los alcaldes, que a mí me conste, no han sido
los afectados por las inundaciones sino los vecinos de los pueblos que tienen
tierras colindantes con el Ebro. Y los agricultores, a muchos de los cuales que
se les adeudan todavía ayudas prometidas en años anteriores, ni estaban ni se
les esperaba en esa reunión. Rajoy ha aprovechado su visita en carne mortal
para acusar al socialista Sánchez de
sobreactuar durante su encuentro reciente con agricultores y ganaderos. Puede
que así sea, si se considera que dijo:
“¿Qué coño tiene que pasar para que Rajoy salga de La Moncloa y pise el barro?”.
Lo cierto es que Rajoy ha salido de su residencia oficial pero no se ha
manchado ni de polvo ni de lodo. A decir verdad, para mí que no sabe ni dónde
ni para qué ha ido a tierras de Aragón. En realidad sólo ha hecho una “parada
técnica” antes de partir a Jerez de la Frontera y poder participar en un mitin del PP. Es
consciente que en Andalucía no gana nunca. Como posiblemente tampoco sepa a qué
vuela mañana sábado a Guatemala. Según adelanta la prensa local en internet “al
ser preguntado por qué no ha ido este viernes a alguno de los municipios
afectados, Rajoy ha recordado su reunión con los alcaldes y ha dicho que él va donde
han decidido los que han organizado la visita y que tampoco
tenía demasiado tiempo tras haber presidido el Consejo de Ministros”. Pero,
como decía antes, la excusa no era esa sino la prisa por llegar a Jerez. Nadie cree ya en las promesas de
Rajoy, que las incumple sistemáticamente. Para muchos agricultores arruinados
por la crecida del Ebro, con ese gesto de “hacer la visita del médico” por
tierras aragonesas, ha conseguido que se sientan ofendidos los de Logroño, los
de Tudela, los de Miranda de Ebro y todos aquellos que tienen negocios y
tierras aguas arriba. Ya se sabe que los aragoneses pintamos menos en la Villa y Corte que Pichorras en Pastriz, cuya verdadera
historia la cuenta Santiago Maestro
Terraza (Mira Editores, 2001). Si no, al tiempo.
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