El nuevo Gobierno de Aragón, que preside el socialista Javier Lambán, ya ha detectado un
agujero de 570 millones de euros, de los que 351 pertenecen a la consejería de
Sanidad, y de ellos, 50 a nóminas. De la misma
manera, en Educación existe otro agujero, también correspondiente a nóminas de
otros 50 millones. Y espera… Ahora se entienden las prisas de Luisa Fernanda Rudi en su deseo de
vender inmuebles con urgencia. Hace apenas una semana, Rudi se entrevistaba en
Calatayud con 60 alcaldes de toda la provincia de Zaragoza y les decía que
“para las elecciones generales tenemos que recuperar a quienes confiaron alguna
vez en nosotros y demostrarles que pueden volver a hacerlo”. Y para mayor
abundamiento, la expresidenta incidió en que el esfuerzo compartido “no puede ser malbaratado y dejado en manos
del populismo”. Pues bien, visto lo visto, Rudi debería ser más humilde. Y
ahora la tenemos “expuesta” en el Senado, esa Cámara Alta que se pretende con
la boca pequeña sirva de control de las autonomías. El Senado es en la
actualidad, como lo ha sido siempre, un “cementerio de elefantes” para
políticos amortizados. Y Rudi está más amortizada en política que el conde de Romanones. A Fernando Gimeno, consejero de
Hacienda, le queda mucho trabajo por
hacer. Ese abogado laboralista pasó de
ser vicealcalde con Belloch a tener
que cumplir en la Diputación General
de Aragón con el objetivo de déficit marcado por Montoro
con escaso margen de maniobra. Luis Fernanda Rudi debería dejar de hacer bolos,
o sea, rondas de contactos, y marcharse a su casa a hacer a croché muñecos
antropomorfos, o a probarse peinetas para poder lucirlas en octubre en el
Rosario de Cristal. La política no es lo suyo.
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