No veo nada malo en que Jaime Mayor
Oreja y Antonio Burgos “lloren mutua y telefónicamente en sus
respectivos hombros por España” cada vez que quedan para almorzar. Tampoco he
visto mal que Felipe VI apareciese
hace pocos días en la portada de ABC vestido de marino. No -como señala Burgos-
de “uniforme de almirante, como su augusto abuelo”, en la entrega de despachos
en la Escuela Naval
de Marín, sino de uniforme de capitán general de la Armada, de acuerdo con lo
establecido en Constitución Española, Título II, artículo 62, apartado h. A mi
entender, Felipe VI nada tiene que ver con su abuelo paterno, pretendiente al
trono de España y que fue nombrado almirante honorario el 8 de julio de 1978; y
el 4 de diciembre de ese año ascendido a
capitán general de la Armada. Por
mí como si el Gobierno le hubiera querido nombrar marqués de Carabás, como en el cuento de El gato con botas. “Y en esa portada de ABC se desgranaba -sigue
escribiendo Burgos- cuanto me contaba Jaime Mayor en su último llanto común.
Todo esto me lo predijo. Que ahora la gente le estaba echando mucha cuenta a
Podemos, a Carmena, a Colau, a Kichi, pero que se acerca un futuro mucho más grave. Y que el apoyo
del PSOE para que Podemos gobierne (o lo que ellos entiendan por gobernar) en
muchos ayuntamientos no ha sido más que un ensayo general con vestuario para
las elecciones generales. En las que piensan ya en el Frente Popular. Que lo
harán. Y cuando lo hagan, con la colaboración de los separatistas catalanes y
vascongados que, por ejemplo, han anexionado prácticamente a la españolísima
Navarra, no se quedarán ahí. Irán a por la Iglesia, como Susana Díaz va ya a por la Catedral de Córdoba. E irán a por la Constitución de la
unidad de España y de las libertades y, con ella, a por la Monarquía”. ¿Cabe mayor estulticia? Si les digo la
verdad, a cualquier ciudadano corriente lo que le preocupa no es la posible
unión de fuerzas de cara a las generales para formar un frente, se llame como
se llame, sino la frente cetrina de determinados plumillas que ven gigantes
donde sólo hay molinos de viento. Y la ventolera que producen las agitadas aspas
de esos molinos en la prensa (también en el resto de los medios y desde los púlpitos)
sólo incita, una vez transustanciada esa ventolera en tinta de rotativa, a
procurar desconfianza a los lectores del periódico de Vocento. Igual que lo pretende con poco éxito el canal
13 TV, del que la Conferencia
Episcopal posee un 51 por ciento de su capital social, en su
espacio “El cascabel al gato”, que
modera Antonio Jiménez desde su
marcha de Intereconomía. Menos mal
que Burgos no cuenta que ese embrión de Frente Popular todavía no esté buscando eriales para transformarlos
en un nuevo Paracuellos.
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