viernes, 24 de julio de 2015

"Jefe, ¿dónde ponemos el busto?"





Encuentro como algo normal que el Ayuntamiento de Barcelona que preside Ada Colau haya decidido retirar el busto de Juan Carlos I existente en el Salón de Plenos. El PP dice al respecto que es un “escarnio a la monarquía”. Don Juan Carlos dejó de ser jefe del Estado en junio de 2014 y, a mi entender, su imagen ya no debe presidir ningún acto oficial al no existir ninguna razón que lo justifique. Dicha retirada ha coincidido casualmente con el viaje de Felipe VI a Barcelona con motivo de la entrega de nombramientos a la última promoción de la Escuela Judicial. España se desprende de cabezas de reyes no ejercientes y en el mundo se desprenden de cabeceras de periódicos. Así, el grupo británico Pearson se acaba de desprender de la cabecera del Financial Times Group, que acaba de vender al grupo  japonés  Nikkei en 1.194 millones de euros. Que una cabecera de periódico cambie de mano es algo que parece normal. Lo malo es cuando, además de la cabecera, cambia su línea editorial y en  España estamos acostumbrados a ello. Pero en el caso del anterior jefe del Estado, que se le retire de un lugar preferente en los salones de plenos de las casas consistoriales de todas las ciudades es una medida de higiene política y de aseo de Estado. Algo semejante a lo que aconteció en su día con los retratos de Alfonso XIII,  Niceto Alcalá Zamora, Manuel Azaña y  Francisco Franco, el militar que aupó a don Juan Carlos a la Jefatura del Estado a título de rey. Otra cosa que podría hacerse con el busto en bronce del rey saliente, ahora retirado de ese Salón de Plenos, sería, por ejemplo, situarlo en el centro de una glorieta a él dedicada y sobre un pedestal de granito traído expresamente desde Cuelgamuros, o como sucedió con el busto del bilbilitano Pascual Marquina, que se levantó en una plazoleta de Calatayud en 1949 cuando España, más que cañí, era la España del hambre, del piojo verde y de las cartillas de racionamiento. Marquina le dedicó su pasodoble España cañí en 1923 a su amigo  José López de la Osa, patronista de moldes de calzado en Almansa. Por cierto, España cañí fue el primer pasodoble que sonó en la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid, en el histórico paseíllo de la tarde del 17 de Junio de 1931, cuando se celebró el primer festejo a beneficio de los desempleados, organizado por el alcalde  Pedro Rico y presidido por el primer presidente de la Segunda República. Actuaron los toreros Diego Mazquirán "Fortuna", Marcial Lalanda y Joaquín Rodríguez "Cagancho", o sea.
                                                                                                                  

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