Este es un país tan raro que hasta los cursillos
prematrimoniales los imparte un cura. Dejó escrito Joseph-Vicent Marqués que “cierto es que el matrimonio es un
sistema de mutuas represiones; pero la jerarquía eclesiástica no ha venido
siendo muy partidaria de que los curas se metieran a denunciar injusticias
sociales, sino sólo el tamaño de los bañadores y muy vagamente el egoísmo de
los ricos”. No pasa nada. Y si pasa, ¿qué pasa? Hoy los matrimonios se rompen
por whatsapp y de nada
sirven las prédicas de los funcionarios del Cielo sobre la indisolubilidad del sacramento. La asignatura de Religión, impartida por
profesores vergonzosamente designados a dedo por los
obispados y que no han sufrido el rigor de la correspondiente oposición a
profesores de Secundaria, se ha convertido en la nueva disciplina de Formación del Espíritu Nacional que
otrora impartían en las aulas falangistas de viejo cuño y alféreces
provisionales cesantes que habían dejado de portar en la solapa el marchamo de
cadáveres efectivos. En España no terminamos de quitarnos de encima el
“espíritu de cuerpo”: cuerpo de funcionarios de Correos, de Secretarios
Judiciales, de Policía, de Bomberos, etc, que también incluye a los tentebonetes y a los
ventajistas que mantienen con uñas y dientes sus prebendas de años pasados y,
cómo no, las sucias canonjías. ¿Cómo
puede decirse que el Poder Judicial es independiente cuando existe un
Ministerio de Justicia? El artículo 117 de la Constitución señala
una cosa y la realidad es otra. A los españoles nos consideran renacuajos
desvalidos a los que no se nos puede dejar solos. Y enfundándose en la bandera
rojigualda, esa bufanda de aparente orden, las Instituciones del Estado encargadas de
administrar ecuanimidad encarcelan al robagallinas y dejan suelto al ladrón de
camisa blanca para que continúe haciendo tropelías a tutiplén. Podría poner
ejemplos, pero no lo haré. No es misericordioso dar publicidad a los desvergonzados. Además, muchos tipos vomitivos que tengo en mente son todavía “presuntos”, como denominan en Portugal al jamón serrano.
Dejémoslo en que son ”presuntos serranos”. Lo que en España es un
adjetivo, en Portugal es un sustantivo. Es una cuestión de Gramática, de
gramática parda quiero decir, que es la habilidad para salir con ventaja de
situaciones comprometidas. Por estos pagos carpetovetónicos, como sucede en la
ruleta, la banca siempre gana.
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