Pasado mañana, 27 de diciembre, hará 79 años de la matanza
en el barco-prisión Alfonso Pérez,
fondeado en el puerto de Santander. En su interior se encontraban mi abuelo José Antonio y su hermano Juanito, que salvaron la vida casi de
milagro. Mi abuelo José Antonio, hasta días antes cajero de la sucursal del
Banco de España, había sido denunciado por el entonces director Eladio Villanueva García. Los datos que
a continuación detallo están sacados del artículo SS Cantabria (1919) y recogidos por “El cuévano del Pasiego” (23/04/2011). Sólo haré referencia hoy a
la historia de ese vapor al que en Santander llaman “el barco”. Pues bien, ese vapor fue construido en los astilleros J. Coughland & Sons de Vancouver, Canadá, en 1919. Fue botado
como War Chief y formaba parte de
otros ocho barcos denominados Dollar.
El barco, encargado por la Imperial
Munitions Board, fue comprado en su viaje inaugural por la compañía de Ángel Pérez, cambiando su nombre
a Alfonso Pérez. Pero aquel
barco tenía el problema de su alto consumo y resultaba caro como mercante. Y
esa fue la razón por la que permaneció largos periodos atracado en los muelles
de Santander. Como consecuencia de la Revolución de Asturias, en 1934, al fracasar ésta
y estar las cárceles españolas llenas de presos, se habilitó, entre otros, el Alfonso Pérez como prisión. Al comenzar la Guerra Civil fue utilizado
nuevamente para esos menesteres. El 27 de diciembre de 1936 la aviación franquista
bombardeó Santander, causando unos 70 muertos y 50 heridos. Al cesar los
bombardeos llegó la venganza, con el resultado de 156 asesinados del barco en
sólo unas horas. El 27 de febrero de 1937 cesó como barco-prisión. El 26 de
agosto de 1937 soldados de la
IV División Navarra y la División Vittorio
tomaron Santander sobre el mediodía. Se hicieron 17.000 prisioneros y muchos de ellos fueron
fusilados de inmediato. Pero antes de ello, al ser requisado el barco por el Departamento de
Navegación del Consejo de Santander, Palencia y Burgos, se le
cambió el nombre por el de Cantabria,
realizando servicios a favor de la República. El
día 2 de Noviembre de 1938 el Cantabria navegaba
por el Mar del Norte
con destino Leningrado.
A bordo iban 45 personas (33 miembros de la tripulación y 12 pasajeros),
incluida la familia del capitán, Manuel
Argüelles. Cerca del mediodía, el capitán observó que un barco parecía
seguirles y, después de cambiar de rumbo varias veces, comprobó que el barco
perseguidor era el Nadir, al servicio de los rebeldes. Pasado el mediodía
el Nadir ordenó detenerse al Cantabria y al hacer éste caso omiso comenzó a disparar. En ayuda
del Cantabria acudieron varios pesqueros que
faenaban en esa zona, lo que hizo que el Nadir detuviese
su ataque. Una vez los pesqueros se alejaron y el Cantabria volvió a estar a tiro, el Nadir reanudó los disparos, destruyendo el
puente del Cantabria a cañonazos. Rodeando al barco
republicano, el Nadir siguió disparando cañones y
ametralladoras, inutilizando el motor del Cantabria,
que ya había denunciado el ataque por radio, lanzando un SOS. A las cinco
de la tarde salió en su ayuda el bote salvavidas H. F. Bailey. Del Cantabria,
en llamas, embarcó parte de la tripulación y de los pasajeros en sendos botes;
no lo hizo el capitán Argüelles, su familia y el tripulante Joaquín Vallejo, que permanecieron a
bordo al temer ser capturados por el enemigo. El Nadir dejó de disparar, pero continuó en las inmediaciones. Un
mercante británico y otro noruego no se atrevieron a intervenir. Algunas unidades
de la marina británica fueron enviadas para evitar que se realizasen ataques
dentro de sus aguas territoriales. Otro mercante británico, el Pattersonian, que llegó en respuesta a
su petición de socorro, se interpuso entre un bote salvavidas y el Nadir, que se estaba acercando,
rescatando a once miembros de la tripulación. Los ocupantes del segundo bote
fueron capturados por el Nadir. Ya era de
noche cuando llegó el H. F. Bailey y
rescató al capitán Argüelles, a su familia y a Joaquín Vallejo. Justo después
se hundió el Cantabria, que se
convirtió en la tumba de Juan Gil,
la única víctima. El Nadir más tarde
se llamaría Magurio e Isla Gomera (más conocido como Naranjito), respectivamente. Desde que cambió de armador y adoptó su
último nombre, sólo hacía labores de cabotaje. La noche del 13 al 14 de abril
de 1946 naufragó y se hundió a una milla del cabo de Palos. Había salido días
antes de Cartagena con destino a Barcelona llevando un cargamento de naranjas.
La tripulación pudo salvarse.
(Fuente:
elcuevanodelpasiego.wordpress.com)
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