Todavía no ha terminado 2015 y Correos ya anuncia una
subida del 7’14 % en sus tarifas de franqueo ordinario. Luego compraré un sello y le
diré a la estanquera que me quite el precio, que es para regalo. Ahora
comprendo la razón por la que ya nadie envía felicitaciones en Navidad donde
siempre se añadían los buenos deseos con aquello de “próspero año nuevo”. Lo de
“próspero” al referirse al año nuevo, como lo de “pertinaz” al hacer referencia
a la sequía, se convirtieron en dos coletillas muy utilizadas por los españoles
desde los tiempos de Franco. La
prosperidad siempre brillaba por su ausencia y la pertinaz sequía se intentaba
mitigar sacando a los santos patrones de los pueblos en procesión implorando
lluvia. Eran unas manifestaciones piadosas muy raras, al estilo de la que se ve
en las filmotecas cuando proyectan “Las noches de Cabiria”. También, para
disipar nubes tormentosas que amenazaban granizo, se utilizaban unos cohetes
que estallaban en las nubes, de la misma manera que para evitar que los frutales
en flor se frustraran por culpa de las heladas, a los agricultores les dio por
quemar neumáticos por las noches en la época de los 60 y 70, que más tarde
sustituyeron por estufas, que contaminaban menos. La fe mueve montañas, pero
los santos procesionados y las rogativas por estrechas callejuelas eran lo más
parecido a un ataque a la inteligencia. Como ejemplo, se sabe que hubo treinta
y cinco traslados desde Cueva Santa a la localidad de Segorbe, entre 1627 a 1992. En una de
aquellas comitivas pías se creó y difundió la conocida tonadilla “Que llueva, que llueva…la Virgen de la Cueva”, mas tarde inmortalizada en la zarzuela “El año pasado por agua”, de Chueca y Valverde. ¿Recuerdan? En un momento dado, el coro se pregunta sobre
qué sastre le habrá hecho el
traje a Neptuno y dudan si
éste lo habrá pagado: “Grandes
pescados habrá por allí, /pero mayores los hay en Madrid, / Hay tiburones que
de un coletá… /casi derrumban el Banco de Espá… / Hay ballenatos de tal
magnitud, / Que se asusta de verlos Neptú. / Y hay perecí /como el coral, /que
son más listos / que Ducazcal”. El referido Felipe Ducazcal era por aquellos días de 1889 el dueño del
madrileño Teatro Felipe, en los
Jardines del Buen Retiro. También fue el impulsor de la Partida de la Porra, que daba palizas a
carlistas y moderados. Fue protector del perro
Paco y en cierta ocasión retó a pistola a Paúl y Angulo en sustitución de
Juan Prim. Una bala del
contrario se le alojó en uno de sus oídos y años más tarde fue la causa de su
muerte. Sólo tenía 46 años. En fín, hoy se acaba 2015 y no tenía cosas mejores que contarles. ¡Feliz
año peor!
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