Observo que están desapareciendo los gorriones de nuestras
calles y plazas. Ignoro el motivo. El gorrión es ave sedentaria. Pero lo cierto
es que en los últimos 18 años, acumula una caída del
15% en España, lo que supone 25 millones de gorriones menos. Marco Besas, a propósito de los
gorriones, contaban en un libro (“Madrid
oculto”. Ed. La librería. Madrid, 2007) algo sobre el extraño cliente
del madrileño Café de Oriente. Contaba
Besas algo que aquí resumo: “A finales de los años 90, el elegante Café de Oriente tuvo un cliente de lo
más peculiar. Permanecía horas sin pedir nada. Cuando se iban los clientes, se
comía los restos que dejaban, cuando le venía en gana se ponía a cantar, si
tenía sed bebía del grifo de la barra, para lavarse usaba el fregadero y si
hacía frío se quedaba a dormir dentro del local. Se trataba de un gorrión que
un día se marchó sin decir adónde. Los propietarios de café pusieron su foto
cerca de donde solía posarse, en el saloncito de la derecha, al final de la
barra. Y ahí permanece”. No sé a ustedes, pero a mí esta historia me ha
enternecido.
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