En España existen muchos pueblos casi vacíos. Hoy leo en El Mundo el caso de un médico de familia
que ejerce en Aragón y está a punto de jubilarse, José Luis Remartínez, y sus patéticas declaraciones: “Sólo hacemos
recetas y certificados de defunción. Salíamos
de la Facultad
con lo justico, como cuando te dan el carné de conducir. Yo lo único que
me llevé fue el maletín, el fonendoscopio y el aparato de la tensión. Rezaba el
Padrenuestro todos los días...”. Ese diario señala sobre ese médico que “en
su consultorio en Báguena, comarca del Jiloca, hay una bata blanca que
sólo se pone para quitar tapones de los oídos, el póster de un esqueleto y la
carta de agradecimiento que le escribieron unos niños en Navidad. Nada permite
deducir que está de retirada, pese a que su jubilación tiene fecha: 26 de enero”.
Y el doctor Remartínez asegura, medio en serio, medio en broma, que “lo
primero que haré es ir al cementerio a pedir perdón”. No sé, se me antoja como
un cuento triste de Chéjov. Los
pequeños pueblos, cada vez más envejecidos, pierden maestros, sacerdotes,
médicos, las oficinas de Farmacia y hasta cuarteles de la Guardia Civil. Son lugares donde
ya no nacen niños y sólo se animan en verano, con la llegada de parientes desde
otros lugares con motivo de las fiestas
patronales y que aprovechan para arramplar con lo que pillan. Pero a sus
habitantes parece como si se les estuviese dejando vivir a su suerte. Lo malo
llega con los largos inviernos, con pocas horas de luz y mucho tiempo para
darle a la cabeza. Menos mal que disponen de aparatos de televisión y pueden
ver en casa o en el café alguna película y el telediario que cuenta lo que
sucede en el mundo. Tampoco les satisface. Escuchan que el PIB modera su
crecimiento, que se estancan las exportaciones, que sube el recibo de la luz
por culpa de la sequía, que se detecta un nuevo caso de vaca loca en Salamanca,
que Pyongyang sigue lanzando cohetes...
Y viendo noticias, telenovelas y un bombardeo de anuncios que no cesa, se
quedan amodorrados y silentes al calor de la catalítica.
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