domingo, 29 de mayo de 2022

Cofrades, pero selectos

 


Leo en un periodico local aragonés de ideología conservadora el acto ceremonial de los nuevos ingresos en la Real Cofradía de Nobles del Portillo de Zaragoza. Esas cofradías de tipos ociosos con ínfulas de estar en poder de la cuerda de trenzado,  que en realidad no sirven para nada útil, consiguen que me provoque risa como si viese a un burro comiendo higos, y que venga a mi cabeza una conocida frase que se atribuye a Aristófanes, el dramaturgo griego: “La juventud pasa. La inmadurez se supera, la ignorancia se cura con la educación y la embriaguez con  sobriedad, pero la estupidez dura para siempre”. Dicen que se trata la cofradía más antigua de España, con 903 años de historia. Señala ese diario aragonés que “entre otros invitados, estuvieron presentes el delegado de Aragón, Navarra y La Rioja de la Orden Constantiniana, Juan Luis Doncel, y el presidente de la asociación cultural Los Sitios de Zaragoza, Gonzalo Aguado. Todos los asistentes (de chaqué, naturalmente) participaron en la misa; y, a continuación, se celebró un cóctel en uno de los salones del Hotel Palafox”. Hombre, en Casa Paricio, en el Coso, hubiese sido un desdoro para esa Cofradía de Nobles. Pues miren, no sé cómo serán los cócteles de ese hotel, pero sí les aseguro que un vermú con sifón acompañado de unos erberechos, servidos por Millán a pie de barra, constituye la expresión de lo inefable. Lo cierto es que esa Cofradía se fundó el 6 de junio de 1941 a iniciativa de Miguel de San Cristóbal y García de la Huerta, que habría de ser su primer Hermano Mayor. Sin embargo, esta cofradía reconoce como sus orígenes una corporación nobiliaria anterior documentada desde el año 1350. Según la tradición (quiere decirse que, en rigor, no existen pruebas que lo demuestren) el 25 de marzo de 1119 la Virgen se apareció milagrosamente en socorro de los defensores cristianos de Zaragoza, recién conquistada por Alfonso I el Batallador. Con la ayuda de sus ángeles, la Virgen defendió el portillo abierto en la muralla por un ataque de los moros. En recuerdo de esta aparición se erigió en aquel lugar la ermita y posterior iglesia de Santa María del Portillo, sede capitular de esta cofradía, que se ha ido nutriendo de las familias más influyentes de Zaragoza. Para ingresaren esa cofradía era necesario acreditar limpieza de sangre y cristiandad, pero no se exigía prueba de nobleza. Ahora sí.  Obtuvo la aprobación canónica diocesana el 12 de enero de 1942, y sus ordenanzas vigentes datan del 26 de mayo de 1955. Celebra capítulo anual el 25 de mayo. Parece ser que Carlos I regaló a la iglesia del Portillo una reliquia de santa Águeda en un intento de favorecer la devoción popular y aumentar las limosnas. El 23 de julio de 1702, el arzobispo de Zaragoza, Antonio Ibáñez de la Riva, colocaba la primera piedra de ese, a mi criterio, horrendo edificio que a punto estuvo  hace unas décadas de ser derribado para ensanchar la calle, y que en la actualidad guarda los cuerpos de las heroínas de los Sitios, Agustina Zaragoza, Casta Álvarez y Manuela Sancho. El traslado de los restos de esas mujeres tuvo lugar el 15 de junio de 1908 en acto presidido por Alfonso XIII. El actual templo, de fachada neoclásica, es el cuarto que se construyó en el mismo lugar (siglo XIX) al ser el anterior destruido por los franceses. Pues bien, la actual Real Cofradía de Nobles del Portillo está presidida por Pedro de Borbón Dos-Sicilias, actual duque de Calabria (tras la muerte de su padre, Carlos de Borbón-Dos Sicilias, infante de España desde 1994, el 5 de octubre de 2015), y  bisnieto de Mercedes de Borbón y Habsburgo-Lorena, hermana mayor del bisabuelo del actual jefe del Estado. A Pedro de Borbón Dos-Sicilias se le pudo ver recientemente junto al EméritoPedro Campos, durante el último viaje a España, en un partido de balonmano de la Liga Asobal, en Pontevedra, en el que  Pablo Urdangarín defendía los colores del Barça B.

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