martes, 24 de mayo de 2022

Mascaradas y comparsas

 


Lo acontecido días pasados, con  el regreso a Sangenjo del exmonarca en actitud casi desafiante, no ha sido plato de buen gusto para gobernantes ni para gobernados. A Juan Carlos le falta humildad y le sobra soberbia. El editorial de hoy del diario El País (“Juancarlismo anacrónico”) expresa de forma inequívoca lo que muchos españoles sentimos y silenciamos: la falta de empatía de alguien que llegó al Trono merced al dedo de Franco con los ciudadanos hartos que corremos con el mantenimiento de la Monarquía. Los “juancarlistas” se han disipado como el agua de un charco. Solo la derecha y la extrema derecha, con su “permisividad entusiasta” –como bien señala El País-, politizan la Monarquía y divide a la sociedad española”. Señala ese diario que “su entorno amistoso en Sanxenxo creerá que ha sido leal con él, pero lo ha sido muy poco con el titular de la Corona, el jefe del Estado que estableció unas reglas éticas para los miembros de su familia, incumplidas en esta visita”. (…) “Tampoco hay por qué descartar que estos días de ocio hayan sido la respuesta aplazada de Juan Carlos a las medidas profilácticas que adoptó Felipe VI al prohibirle residir en La Zarzuela y retirarle su asignación económica”. (…) “El Gobierno pidió públicamente explicaciones a Juan Carlos I y la respuesta de éste a una periodista rozó el sarcasmo al borde de una carcajada televisada”. En resumidas cuentas, el espectáculo ofrecido por el exmonarca en Galicia da una idea de cómo anda el aceite del candil de un Borbón que creyó ser el rey del mambo, maniobrando a su antojo la circunstancia de no estar sujeto a responsabilidad civil o penal por actos públicos o privados, que le otorgaba la Constitución Española de 1978 en su artículo 56.3; una protección especial del jefe del Estado que es a todas luces -a juicio de muchos juristas- un anacronismo difícilmente aceptable en una democracia. A mi entender, por pura  lógica, al exmonarca Juan Carlos se le podrían exigir responsabilidades por los actos realizados durante su reinado, excepto por aquellos que, por tratarse de actos de Jefatura del Estado, su responsabilidad ya hubiese sido asumida por el órgano refrendante. La no modificación de esos matices esenciales en artículo 56.3 de la Constitución es equivalente al retroceso a la Edad Media. Y todo lo medieval recuerda aquello que es oscuro, ignorante, injusto o dominado por la superstición y el prejuicio, antes que por la razón. De eso saben mucho los gallegos, los inventores de la queimada: “…y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas, quedaremos libres de males de nuestra alma y de todo embrujo…”. Y entre tanto paseo en el “Bribón” y tantas fumigaciones en la cuadra, quemando en una sartén un cuerno de carnero, laurel bendito y azufre, ¿dónde estaban el advenedizo Alfonso Rueda o el jefe de los jefes Núñez Feijóo?  Telmo Martín, el alcalde, sí acudió con aire de alcalde de Móstoles, y sin vara de medir raseros, a saludar al exmonarca aprovechando una entrega de galardones del “Trofeo Viajes Interrías 2022”. Defendió la presencia del emérito y dijo que  si fuese un presidente de la república con la misma proyección se comportaría de igual forma”. Solo le faltó decir que el emérito es el autor del Códice Calixtino. Ya puestos…

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