lunes, 23 de mayo de 2022

Sonata de primavera

 


En  2023 se cumplirán dos siglos de aquel grito de “¡viva las caenas!” lanzado por algunos españoles a la segunda llegada de Fernando VII a España, tras haber estado encarcelado en Francia desde su abdicación en 1808, y restablecerse el absolutismo.  Un grito que ya se había lanzado con anterioridad, el 16 de abril de 1814 al Deseado durante su trayecto desde  Valençay hasta Madrid. En Reus recibió la invitación del general Palafox de visitar Zaragoza, siendo recibido con entusiasmo. Y en Zaragoza permaneció durante cinco días. En ese sentido, nada mejor que leer las memorias de Palafox, donde describe en tercera persona la visita del rey:

Ya Palafox le esperaba a caballo a dos leguas de la capital, al frente de un inmenso pueblo, y al llegar al camino que llaman de Cogullada, les tenía dispuesto un hermoso carro triunfal que conducido por los robustos brazos de los zaragozanos y en medio del entusiasmo más pronunciado, entre vivas y lágrimas de placer, entraron las reales personas en la fiel y heróica (sic) Zaragoza, habiendo honrado Su majestad a Palafox con hacerle subir a su lado para entrar a la ciudad.”…”Palafox había dispuesto la entrada del rey en la ciudad por la parte más destruida y calles más arruinadas, y no permitió que se cubriesen con adornos las venerables ruinas que eran su mejor hornamento (sic)”.

Y como bien señala hoy Álvaro Romero en su columna de El Correo de Andalucía, “las caenas siguen viviendo a cuerpo de rey. Más allá de cualquier debate -legítimo- sobre el sistema político de nuestro país, el esperpento de ese señor que un día fue rey y ahora es una parodia de todo lo que hubieran podido imaginar sus adversarios pone en jaque injustamente a una Corona a la que habían empezado a dejar en paz para otros cuantos años. Valle-Inclán retrató a este tipo de personajes, y hasta Torrente lo ha actualizado hace nada en la gran pantalla. Y lo más vergonzoso es que luego -ya mismo- habrá que ir inventando razones de Estado para explicar en los libros de Historia las causas reales de qué mérito tuvieron los Borbones para perpetuarse en la institución más privilegiada del país durante más tiempo que todas las anteriores dinastías”. Una periodista le preguntó al Emérito en Sangenjo si pensaba dar alguna explicación a su hijo durante su visita a la Zarzuela. Y éste le respondió: “Explicaciones, ¿de qué? Jajaja”.  José Luis Escañuela, en el mismo diario, señala: “Este Emérito no necesita clon. Es el relato del monumental engaño de un pícaro ungido por el doble de Franco. Su realidad supera la invención. Entre su desbordante libido (qué envidia), los servicios de Villarejo, sus bastardos, el delirio, el afán de ostentación, su afición a la fiesta (yo invito, pero tu pagas), la caída de este parasito del franquismo es tan formidable como su oscuro retiro en Abu Dabi, ahora interrumpido para montarse en el Bribón. Pero aún hay quienes lo jalean y lo aplauden”.  El emérito, cuando le encomian unos pocos en Sangenjo, se viene arriba como los toreros de postín y se pone al timón del barquito de  Pedro Campos  como si fuese el capitán Ahab persiguiendo al temible cachalote blanco.

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