viernes, 20 de mayo de 2022

El regreso de don Nadie

 


Luis Algorri, hoy en Vozpópuli, bajo el epígrafe “Pues que vuelva”, en referencia al anterior jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón, señala que “es un octogenario que quiere morirse en su país y librarse de la ‘maldición del exilio’ que padece su familia desde hace siglos”, en referencia a Carlos IV, destronado dos veces y muerto en Nápoles; Fernando VII, que (aunque murió en Madrid en 1833) conoció también el destierro; José I, muerto en Florencia; Isabel II, fallecida en París; Amadeo I, muerto en Turín; Alfonso XIII, fallecido en un hotel de Roma; Salmerón, muerto en Pau; y los dos presidentes de la Segunda República:  Niceto Alcalá Zamora, fallecido en Buenos Aires, y Manuel Azaña Díaz, en Montaubán. Aquí, el único jefe del Estado que no murió en el exilio ni fue pasado por las armas, como se merecía, fue el dictador Francisco Franco, el mayor responsable de asesinatos en masa tras la Guerra Civil, que, para más inri, entraba en los templos bajo palio. Luis Algorri sostiene que “en un país en el que prácticamente no había monárquicos, él  [Juan Carlos] logró hacer millones de ‘juancarlistas’ que tenían simpatía y lealtad personal hacia aquel tipo alto y un poco echao p’alante  que tan bien parecía hacer su trabajo. Hasta que, unos antes y otros después, empezamos a conocer cuál era el peor pecado del rey. Que no era la tan comentada campechanía, no. Era la codicia. Quizá por la escasez de dinero que padeció en su juventud, Juan Carlos se esforzó en hacerse una ‘fortunita’ por lo que pudiera pasar. Esa fortunita, atrapada a base de influencias, coimas y sobrecogimientos, adquirió unas dimensiones que quizá algún día llegaremos a conocer”. (…) “El primer deber [de un rey] era ser ejemplar, en lo público y en lo privado. Y él [Juan Carlos] no lo ha sido. Hemos tenido que padecer informaciones vergonzosas sobre sus manipulaciones dinerarias y le hemos visto hacer el ridículo detrás de un personaje siniestro como la tal Corinna. Nunca imaginamos que veríamos al rey hacer el papel de un personaje grotesco y risible de la literatura: el del viejo que corre detrás de una joven avispada y llega a convencerse de que la ha conquistado gracias a su donaire y simpatía. Y por nada más”. Y ahora, casi dos años después de su “exilio voluntario” vuelve a Sangenjo por cosas de la mar océano para ver los movimientos del “Bribón” por aguas gallegas. Claro, su persona ya no interesa a nadie. Por no tener, ya no tiene ni hueco en el Panteón de Reyes de El Escorial. Las últimas dos plazas vacantes quedaron reservadas para sus padres, que nunca fueron reyes ni de hecho ni de derecho. Pocos, por no decir ninguno, derechos dinásticos podía transmitir un rey cobarde que había tomado las de Villadiego en 1931y  que murió en la habitación de un hotel romano en la más absoluta  soledad. Lo de la segunda Restauración borbónica en la persona del nieto de aquel triste exrey fue debido al dedo índice de un sátrapa que ya no tenía fuerza ni para apretar el gatillo de una escopeta de caza por los montes de El Pardo. Y todo marchó “por la senda de la Constitución” hasta la fatal caída de Botsuana, el “lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir” a la salida del Hospital USP San José tras recibir el alta clínica y su posterior renuncia al trono el 18 de junio de 2014. A raíz de aquel incidente de caza de elefantes salieron a la luz los lucrativos negocios privados que desde hacía años venía manteniendo Juan Carlos con la oligarquía saudí, donde posteriormente encontró refugio.

No hay comentarios: