martes, 14 de marzo de 2023

La peana coja


Ayer leía que la hostelería española peligre durante la Semana Santa por falta de camareros. Y hoy, por el  Diario de Teruel me entero de que las cofradías turolenses alertan sobre la falta de costaleros y piden ayuda para no tener que recurrir a pasos con ruedas. Pero ayuda, ¿a quién? España se ha convertido en un país donde ya se pide ayuda hasta para llevar a cabo en los salones parroquiales de los pueblos concursos de encaje de bolillos o de juego de guiñote. El invento de la rueda en Mesopotamia en el V milenio a. de C. y ayudó mucho a aliviar el cansancio de los arrastradores de objetos. Recuerdo cuando el párroco de una aldea de la provincia de Zaragoza tuvo la idea de colocar las ruedas de su velomotor a una peana que representaba la coronación de espinas de gran peso y tamaño y que había que manejar por los cofrades como si se tratase de un carretillo. Lo que no previó aquel clérigo fue que una de las ruedas pincharía en medio del cascajar por la que discurría la procesión, como así ocurrió. Tuvo que mandar a un acólito a por una caja de parches, a otro en busca de un palo que aguantase la peana coja, a otro, a por unos desmontables, y a una vecina a por una jarra de agua para poder soportar el secaño. La procesión se paró hasta que la cámara fue reparada, inflada sobre la llanta y colocada de nuevo en el eje por un “manitas”, uno de esos tipos curiosos  que lo mismo te fríen una corbata que te planchan un huevo frito. Se llamaba Eloy Serón, aunque todos los de la aldea le conocían como Pajarito. Surtía gasolina en una parcheada carretera donde siempre se levantaba polvareda y por la que solo circulaba algún  autobús de línea, tractores y coches con turistas extranjeros despistados en busca de un pantano plagado de tábanos y alacranes. Eloy Serón, alias Pajarito, mataba el tiempo disparando pequeñas flechas a una diana con una carabina de aire comprimido que había colocado en el tronco de un álamo negro hembra que cada año, a finales de mayo, dispersaba un vilano suave, volátil, molesto y altamente inflamable. A las peanas se les debe poner ruedas, pero ruedas de madera como las de las viejas carretas. Parece normal que ya escaseen los costaleros. Las sobrecargas musculares y las contracturas en la zona cervical, hombres, columna dorsal y lumbar suelen ser evidentes si se considera que la carga de una peana implica tres presiones diferentes: la que provoca la viga del paso, la ejercida por el costal que llevan en la cabeza y la presión del paso al caminar. Confundir el fervorín religioso con la astracanada no conduce a nada bueno.

 

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