lunes, 20 de noviembre de 2023

Fumata blanca

 




Ya tenemos nuevos ministros. De todos ellos, el que más me gusta es Ernest Urtasun, ministro de Cultura (del que se ha desprendido Deportes, que pasa al control de Pilar Alegría) por una razón: es antitaurino. El hombre de confianza de Yolanda Díaz y sucesor de Miquel Iceta llegó a definir las corridas de toros como “actividad injusta, sádica y despreciable”, al tiempo que se considera melómano y cinéfilo. Según leo hoy en el diario La Razón, “se ha mostrado partidario de introducir una 'casilla cultural' en la declaración de la Renta y de impulsar una Ley de Mecenazgo que el sector lleva años reclamando y que nunca termina de echar a andar ante la necesidad de un pacto con el Ministerio de Economía que establezca con precisión sus repercusiones en los Presupuestos Generales del Estado”. De la misma manera, confío en que, dado el talante del nuevo ministro, desaparezca todo tipo de subvenciones públicas a la Tauromaquia, cuya cifra  estimada ascendió a 42 millones de euros en 2019 para un total de 17.708 festejos, una cantidad que se mantiene más o menos estable año tras año en la mayoría de los municipios aunque algunos ya la han llegado a doblar en 2023, como es el caso del Ayuntamiento de Fuenlabrada. Sabido es que la Comunidad de Madrid, gobernada por Díaz Ayuso, es la que más dinero ha concedido a esas actividades en los últimos años. Es la mejor manera (según entiende esa mujer a la que le gusta la fruta) de atraer a los aficionados taurinos y votantes de PP y Vox del entorno rural. El periodista Alfredo Pascual, de El Confidencial, señalaba en ese diario digital (22 de octubre de 2.021) que “la formación liderada por Santiago Abascal ha hecho del campo su principal granero de votos, especialmente en las zonas dedicadas a la agricultura y la ganadería. En localidades como Chinchón, Perales de Tajuña o Villarejo de Salvanés, todas ellas de gran tradición taurina, se ha experimentado un repunte del voto ultraconservador como consecuencia de su apoyo incondicional al toreo, para la que han llegado a pedir que se destinen además las ayudas que recibe el cine español, que no ve nadie”. Lo cierto es que a los actuales toreros les conoce muy poca gente, que existen en muchos pueblos españoles espectáculos taurinos lamentables y de una crueldad suprema, y que de los toreros de tiempos pasados, muchos de ellos de muy limitado entender, solo se recuerdan  chascarrillos trasnochados de tiempos de Maricastaña, o María Castiñeira, aquella heroína gallega que en 1386 lideró una revuelta en Lugo contra el poder eclesiástico. La excepción parece ser la de Vicente Barrera, el torero militante de Vox que dirige la Vicepresidencia y el Departamento de Cultura de la Generalidad valenciana. Ese torero y licenciado en Derecho declaró en cierta ocasión que “le parecía increíble la legalización de EH Bildu  en ‘pro de la libertad’ y en cambio se pudieran ilegalizar las corridas de toros, en las que participa gente honrada”. La derechona, le recuerdo a Barrera, no acostumbra a decir "gente honrada" sino "gente de bien" desde el caso de la Gürtel. Pues, como digo, sobre la primera corrida de toros a caballo y a pie de la que se tiene noticia se cuenta que ésta tuvo lugar en 1128 en la Plaza Vieja de Saldaña (Palencia) durante la boda de Alfonso VII de León, (hijo de Urraca) y  Berenguela, hija del conde de Barcelona Ramón Berenguer III y hermana de Ramón Berenguer IV. Nada más por hoy. Desde estas líneas deseo al nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez mis mejores deseos en la XV Legislatura.

 

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