Aragón es tierra de contrastes. Mientras el Partido Aragonés, sin representación parlamentaria, anuncia que solo le quedan 112 euros en la cuenta bancaria y que no puede pagar a sus empleados, el presidente de la Comunidad, Jorge Azcón, coloca la primera piedra de una nave y un hangar de zepelines estratosféricos en Teruel, donde se ha previsto una inversión de casi 40 millones de euros en el proyecto. Ya solo falta que arreglen los cuernos y las patas del ‘torico’ que se vino al suelo en los sucesos del 19 de junio de 2022, cuando se precipitó al vacío por una cagada estrastosférica del tebeo, o sea, al retirar una cuerdas sujetadas a la columna con motivo del Congreso Nacional del Toro de Cuerda. En ese sentido contaba Diario de Teruel que “en el caso de la pata delantera derecha se han unido las tres piezas en la que quedó fracturada y en la izquierda falta un trozo intermedio y se realizará la reconstrucción volumétrica con otra pieza de resina. Los pitones de los cuernos, que también se soltaron y se pudieron recuperar aquel fatídico domingo de junio, se podrán pegar directamente. Una vez recuperado el volumen de la figura, se le dará una patina de color respetando sus diferentes tonalidades y una protección”. Vamos, que el ‘torico’ saldrá de la UVI, es decir, del Centro de Restauración de la Fundación Santa María de Albarracín, como niño con zapatos nuevos, eso sí, con un coste de 9.000 euros en su arreglo con resina, que no es cosa distinta a un “tente mientras cobro”. Lo del zepelín ya es harina de otro costal. Que existe Teruel es un hecho comprobado. También parece cierto que pronto dispondrá esa provincia del primer estratopuerto de España y dejará de carecer de importancia que sea la única capital de provincias que no dispone de línea ferroviaria directa con Madrid, que también tiene su guasa. Con el ‘torico’ arreglado, los Amantes de Hartzenbusch durmiendo unos sueños eternos asidos de las manos en el mausoleo de Ávalos, y los zepelines estratosféricos volando a todo trapo del mundo al otro confín, los turolenses podrá hacer la higa a los elatos postineros madrileños que se creen el ombligo del mundo. Respecto a los discípulos de Hipólito Gómez de las Roces que quedan vivos (políticamente, claro) siempre les quedará el recurso de pasar la boina como hacían los cómicos de la legua y los titiriteros en las plazas de los pueblos después de cada función, en vista de que no les ha prosperado la pretendida reclamación de la deuda histórica del Estado, ¿pero de qué deuda hablan?, y que están más secos que la mojama. Es una lástima que, como en la novela corta de García Márquez, el coronel (en este caso el PAR) no tenga quien le escriba. Cuando no se tienen las ideas y los objetivos claros, la aguja de marear pierde el norte y la gente del medio rural (donde esos regionalistas tenían su plantero) se resabia pasan estas cosas, es decir, lo que al gallo de Morón, que se quedó sin plumas y cacareando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario