jueves, 20 de marzo de 2025

Alcaldesa derrochona

 

 

Por todos es sabido que a Luis II de Baviera, el llamado Rey Cisne, le dio por construir castillos y fue promotor de proyectos arquitectónicos extravagantes. Pero que a mí me conste, jamás gastó aquel rey loco dinero público para recibir el equinoccio de primavera. Esas cosas solo acontecen en Zaragoza desde que tomó la vara de mando la folclórica alcaldesa Chueca con la ayuda de Vox, y que ahora ha cortado el Puente de Piedra para colocar no sabemos qué tipo de horteradas sin venir a cuento y con dinero del contribuyente. Esta bucólica señora de rancio estilo Rococó, que cualquier día colmará las ventanas del Consistorio con rosas de pitiminí, debería ser consciente de que en tiempos de tribulación no se deben hacer mudanzas, como afirmaba Ignacio de Loyola. Si hay que hacer mejoras, ahí están los barrios para ejecutarlas hoy mejor que mañana. Las excentricidades, como están siendo el derribo para construir una nueva Romareda para un equipo colista de futbol de Segunda División y la construcción de un estadio provisional mientras duren esas obras, tienen poco recorrido, mientras sigue pendiente y sin deseos de ejecución la segunda y necesaria línea del tranvía. En todo debe haber prioridades. De ahí la importancia que tiene el pragmatismo en política municipal y que esta señora ignora por ser ignorante. Pero llamarla ignorante no es, ni pretendo que sea, un insulto. Es un adjetivo calificativo que se aplica a una persona que carece de conocimiento sobre ciertas materias. Y, a mi entender, la señora Chueca no sabe por dónde le sopla el aire. Eso sí parece preocupante cuando se administra una ciudad del tamaño de Zaragoza. La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia, y el primer paso de la ignorancia es presumir de saber. Pero lo peor es que, a medida que se prolonga el tiempo de servicio a los ciudadanos, esa alcaldesa ignorante adquiere confianza y se viene arriba, en un vano intento de quedar bonita ante la afición; es decir, del pasmado votante que esperaba obras de amejoramiento y no despropósitos a tutiplén Una pena.

 

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