Es cierto que cada individuo o cada grupo tiene un sistema de valoración subjetivo que hace que cualquier cosa sea o no importante. De hecho, hay diarios que llenan espacios con chorradas que a casi nadie interesan. Por ejemplo, algo que acabo de leer hoy en El Correo de Zamora: “El 9 de septiembre de 1925 Alfonso XIII concedió a la ‘Cofradía del Santo Entierro’ de Zamora el título de Real”. Pompas y vanidades. Los monarcas españoles siempre otorgan oropeles de nulo valor que no les cuesta dinero ni esfuerzo a cambio de un rendido vasallaje. Va en su naturaleza. Otras historias hasta sorprenden. Así, en ese mismo diario se cuenta que “Ciudad Rodrigo alberga el único ‘Monumento al Maletilla’ existente, realizado por Eleuterio Mateos García, alias "Teyo, y encarna al eterno maletilla Conrado Abad Gullón, que quedará para siempre en la memoria de todos los que alguna vez soñaron con el toreo en cualquiera de sus formas”. Aquella escultura en bronce fue realizada en 1986 y colocada en la llamada ‘rotonda del árbol gordo’ mirobriguense. Para su financiación se celebró un festival taurino en el que intervinieron Juan José, Roberto Domínguez, Pepe Luis Vázquez, Juan Antonio Esplá, y los entonces novilleros, José Oliveira, José Luis Ramos y José Ángel Méndez. El escultor falleció el 1 de febrero de 2024. Aquel maletilla nació en 1926 en Castrocontrigo (León) y al poco de nacer marchó con su familia a la sanabresa Molezuelas de la Carballeda (Zamora). A los 16 años partió con su hatillo al hombro hacia Sevilla en busca de la oportunidad que nunca tuvo. En vista de su fracaso fue a Bilbao, donde llegó a cortar una oreja en la plaza de Vista Alegre en 1944. En 1946 apareció por Ciudad Rodrigo donde se afincó, aunque para ganarse la vida participó en la recogida de la naranja en Valencia, la vendimia en La Rioja o la patata en Navarra. También pisó la arena de todos los cosos taurinos de Extremadura, la Raya portuguesa y Salamanca, incluido el coso taurino de la Plaza Mayor de Ciudad Rodrigo durante el Carnaval, en el que sufrió varias cogidas, posiblemente la más grave la que le infringió el ‘Toro del Aguardiente’ en 1999, y donde llegó a torear un novillo en 1964 con la ayuda de las hijas del conde de Montarco. Murió en una residencia de ancianos de Salamanca de forma repentina el 9 de noviembre de 2024 a los 98 años, al día siguiente de haber recibido el alta hospitalaria en el Hospital Clínico de una afección respiratoria. Fue incinerado. Mereció mejor suerte.
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