domingo, 13 de abril de 2025

Mamporros al parche


En su artículo de hoy, Domingo de Ramos, en el Diario de León cuenta Pedro García Trapiello lo siguiente: “En mi juventud bachillera no hubo nunca procesiones, ni cornetazos, ni mamporros al parche, ni floripondios desmedidos llevando la contraria a la muerte que se exalta, ni teatrillo doctrinero, ni santos de palo en bamboleo, ni lágrimas de esmeralda en rostros bruñidos de juveniles vírgenes doloridas, ni borrachera de platerías y coronas de oro y brocados y riquezas maldiciendo al Evangelio de los Pobres, ni disfraces penitentes, ni ostentosa fe carbonera echada a la calle del jolgorio, ni autoridades fariseas desfilando bajo la galería del voto, ni manolas curveando su delirio vanidoso…”. En la juventud de García Trapiello, como en la mía, en los pocos televisiones que había en las casas, en blanco y negro, solo podían verse conciertos soporíferos de música clásica, pláticas de curas y telediarios donde se hablaba de Franco y del fervor español manifestado públicamente durante esos días de altares tapados con velos morados, procesiones interminables y adoctrinamientos en 625 líneas en un vano intento de serenar el alma de unos ciudadanos que estábamos ansiosos por pasar los Pirineos para ver películas que aquí estaban consideradas de ‘4R’ por la rígida censura, verbigracia: “Garganta profunda” (1972), escrita y dirigida por Gerard Damiano (Jerry Gerard  en los créditos); “Emmanuelle” (1974) dirigida por Audrey Diwan ; o “El último tango en París” y la escena casi al final de la mantequilla, que nada tenía que ver con los gritos de “¡Mantequilla!” que la extrema derecha lanzaban contra Arias Navarro; donde la prensa hacía referencia a los exaltados discursos en las Cortes de Eduardo Tarragona; donde Herrero Tejedor afirmaba que “la pena de muerte como medida de prevención y de contención para la delincuencia es altamente positiva”; donde se ejecutaba a  Puig Antich sin despeinarse el verdugo, también a Heinz Chez; donde molestaban las pastorales de Añoveros; uf, no sé, todo muy raro. Pero los españoles se quedaban bizcos en la pantalla de televisión viendo los sábados por la noche películas de Kung Fu hasta que el sueño les descalificaba, y sus profundas gargantas emitían ronquidos como rugidos de jaula de leones en El Retiro, o soñaban con esas manolas como las que nos da cuenta García Trapiello que “curveaban sus delirios vanidosos”. Comienza la Semana Santa, ¡ay!, con disfraces penitentes y deseos de poder ver en primera fila ese “teatrillo doctrinero” donde cada año con el primer plenilunio de primavera se revive la muerte de Dios.

 

No hay comentarios: