Hoy en la prensa escrita, solo aparecen lugares donde se
indica al sufrido lector en qué lugar se come la mejor hamburguesa o la mejor
tortilla de patatas; la inquietud del sector aragonés por los aranceles
americanos sobre el vino; el pánico que cunde en las bolsas europeas; o el infame panfleto de Mayte Alcaraz en un diario de la ultraderecha más rancia que pone a Revilla de chupa de dómine, le invita a
que se retracte con lo dicho sobre el padre del rey, y mueve el botafumeiro en
defensa del honor de un jefe del Estado puesto a dedo por Franco. Pero el algodón no
miente, y Revilla, a mi entender, tampoco. Entre tanta basura periodística,
empero, fijo mi atención en algo leído en Diario
de León, donde se hace referencia al estudio de Julio César Santoyo Mediavilla de un libro curioso en lo que
respecta a las “Instrucciones para
celebrar misa, calendario de santos y exorcismos de la sal y el agua”. A la vuelta del folio 145 hay un grabado en
madera que representa la Crucifixión, con varias figuras femeninas al pie, y
diez folios con notaciones musicales en cinco líneas y orlas en varias páginas
con decoración renacentista. Se trata, como digo, de un tomo de
hace 502 años y que se encontró por casualidad a finales del siglo
XIX, en una parroquia de Orense durante una visita pastoral del entonces obispo
Juan Bautista Grau, y que hoy se
conserva en el Archivo Catedralicio de Astorga. Se titula 'Manuale siue pratica ministrrandi sacramenta’ y está impreso en
vitela. Se desconoce el taller donde se imprimió, aunque sí se tiene
conocimiento de que hubo otros libros parecidos impresos en la imprenta de Juan de León, fechados el 16 de abril de 1523. También se tiene constancia de que el 17 de octubre de
1561 el Obispado de Astorga y Antonio
de la Calzada firmaron un concierto para
imprimir 1.000 misales “con 1.250 pliegos
de pergamino muy bueno…, en los quales (sic) dichos pliegos de pergamino irá impreso
el canon de la misa y el común de los santos y de los difuntos”. Y en el
libro que ahora ha cumplido 502 años queda el colofón con que el impresor cerró
y firmó su tarea: “Acaba así este Misal según el uso de la santa Iglesia de
Astorga: diligentemente corregido y enmendado. Impreso en la regia ciudad de
León por Juan de León, varón experto en este arte. En el año del Señor de 1523,
el día 16 del mes de abril”. En portada, coronado por el sombrero
episcopal, se puede ver, en negro, el escudo de armas (dos lobos en campo de
oro) del entonces obispo de Astorga, el dominico fray Álvaro Osorio, que estuvo veinticuatro años al frente de esa
diócesis, de 1515 a 1539, y bajo su escudo, el título, en letras rojas, “Missale
secundum consuetudinem sancte ecclesie Astoricensis”. Siguen 11 hojas más 270
folios, a dos columnas de 34 líneas por folio, en letra gótica limpia y con tinta
roja también en casi todas las letras capitales del libro. A la vuelta del folio
145 existe un grabado en madera que representa la Crucifixión, como antes
señalaba. Hay diez folios con notaciones musicales en cinco líneas y orlas en
varias páginas con decoración renacentista. El libro se cierra con el colofón
ya citado y un pequeño grabado en madera de Santiago Matamoros. Su encuadernación lleva tapas de tabla y cuero
en estado de deterioro, con restos de adornos de estilo plateresco. El libro es
una joya bibliófila de valor incalculable que se recuperó, como decía, por
casualidad, y que merecería conservarse en lugar seguro. Yo apostaría por la Biblioteca Nacional.
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