lunes, 21 de abril de 2025

Sede vacante

 


Hoy lunes de la ‘Octava de Pascua’, cuando los tambores procesionales habían dejado de ensordecer, cuando los pasos y las peanas se habían recogido en los hangares, cuando el mundo volvía a la rutina, cuando parecía que se estaba disipando el fervorín histérico-religioso, resulta que se ha muerto el papa Francisco y la prensa llena portadas con la noticia. Salimos de una y nos metemos en otra. La presidenta de la Comunidad de Madrid, en un Estado aconfesional, ya ha señalado tres días de luto en su región. Le ha seguido Andalucía, la 'tierra de María Santísima'. El Vaticano entra ahora en ‘sede vacante’ y la Iglesia católica queda en manos del camarlengo, un estadounidense y antiguo obispo de Dallas, Kevin Joseph Farrel,  hasta la ‘fumata blanca’  que designe al sucesor de Pedro.  Se mueren los papas y se mueren los santos, pero nos quedan las reliquias: pajas del pesebre de Belén, el salero de la Última Cena, el Santo Grial, la Sábana Santa, las espinas de la corona (hasta en Calatayud hay una), el brazo de Teresa de Ávila, trozos de ropa de Valentín de Berrio- Ochoa, huesos de innumerables mártires, clavos de la Cruz y un rabo de avíos místicos dentro de urnas de cristal y de muy dudosa procedencia. Cada pueblo presume de poseer algo que se venera coincidiendo con las fiestas patronales. La mística, que incluye razón oculta, tiene sus misterios inexplicables, que es lo que se valora por parte de los creyentes, que escapan al entendimiento y donde siempre y frente a los escépticos se invierte la carga de la prueba ‘ad maiorem Dei gloriam’.

 

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