jueves, 3 de septiembre de 2015

Un keinesiano despropósito





Por el diario Heraldo de Aragón me entero de que existe un  Plan Extraordinario de Apoyo al Empleo auspiciado por la Diputación Provincial de Zaragoza, en un intento de paliar el desempleo en los pueblos más castigados por la crisis. Es decir, que la DPZ concede subvenciones a los Ayuntamientos de la provincia para contratar servicios de forma temporal. A los Ayuntamientos les corresponderá evaluar los criterios de selección de ese personal necesario. Eso me recuerda aquel despilfarro del Plan E (Fondo de Inversión Local) promovido por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Aquel plan también pretendía “fomentar el empleo y activar la economía”, según el Gobierno. Una visión keinesiana, aquella, que no sirvió para nada útil. Se hicieron obras donde no hacía falta llevarlas a cabo y hasta se derrocharon –sirva como ejemplo- 350.000 euros en un spa rural en la localidad pacense de Arroyo de San Serván. Se acercan las elecciones generales y hay que dar dinero a los pueblos para afianzar el voto. Como ya no se pueden regalar perniles alpujarreños, como hacía Natalio Rivas a cambio del voto del cacique, ahora se da dinero a los pueblos para que los alcaldes “obren el milagro”. Por cierto, hay una anécdota que describe Juan González Blasco en su libro sobre Natalio Rivas muy curiosa y que recuerda Andrés Cárdenas en  Ideal.es de Granada: “Resulta que en 1949 visitó Granada el rey de Jordania Abdullah I. La cena se ofrecía en el Palacio de Carlos V y en un momento determinado, el arzobispo de la ciudad, Agustín Parrado, más conocido como el cardenal Parrado, ofreció al monarca árabe una bandeja con un exquisito jamón de Trevélez. -No, no, mi religión me lo prohíbe -dijo el monarca.- Pues usted que se lo pierde.- le contestó el arzobispo. Una vez concluido el banquete, el rey de Jordania fue a despedirse del arzobispo y le dijo a éste que saludara a sus mujeres. -¿Mujeres? No, no, mi religión me lo prohíbe.-dijo Parrado. -Pues usted que se lo pierde.- le contestó el árabe”. Pero a lo que iba. Como consecuencia de las subvenciones de la DPZ, cuenta hoy Heraldo de Aragón: “El ayuntamiento de Paracuellos de la Ribera no quiere que nadie le acuse de adjudicar puestos a dedo. Ya le ha pasado una vez este año y tuvo que despedir a su peón de limpieza viaria y repetir la convocatoria. Ahora pretende que nadie ponga en duda la objetividad de sus criterios de selección y por eso ha ideado un infalible sistema para seleccionar al nuevo: una demostración de habilidades en la plaza de España del pueblo. La prueba que más expectación despierta entre los vecinos es sin duda la del carrito de la limpieza. Los aspirantes tendrán un tiempo límite para introducir en él algunas escobas y herramientas y a continuación tendrán que empujarlo por un recorrido y superar algunos desniveles sin que se les caiga nada al suelo. Un jurado compuesto por tres personas evaluará la prueba. Completar el recorrido sin incidentes computará un punto, cada herramienta caída restará 0,5 y tardar más tiempo del debido, hará que no puntúe”. (…) “Algunos candidatos, sin embargo, se sienten irritados porque perciben en la convocatoria cierta intención de reírse del obrero”. Esperemos que esas tres personas que componen el jurado no sean parientes del aspirante a barrendero que finalmente se alce con la peana y con el santo. Esas cosas, ya se sabe, pueden terminar como el rosario de la aurora.

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