Leo que más de 5.000 enfermeros tienen la formación que les
permitirá recetar medicamentos. Pues nada, a este paso día llegará en que un
maestro de escuela pueda estar habilitado para dar clases magistrales de
Matemáticas en la
Universidad; que un celador aplique inyecciones
intramusculares a los jubilados y que un farmacéutico esté habilitado para
expender en su oficina de farmacia parches para ruedas de bicicleta. Esto es el
mundo al revés. De hecho, leo en Heraldo
de Aragón que un profesor de Zaragoza, Miguel
Ángel Miguel, que tiene nombre capicúa y ejerce en el colegio Hijas de San José, “graba vídeos en casa, los edita, muchos de ellos los
subtitula y los sube a su canal de Youtube.
El primero, "El Porompompero de las
ecuaciones", lo colgó el 31 de diciembre. En él
cuenta los pasos para resolver ecuaciones (paréntesis, denominadores,
reducimos, transponemos, despejamos y comprobamos) guitarra en mano. Después ha
grabado muchos más: igual explica el teorema
de Pitágoras que cómo resolver funciones, ecuaciones, múltiplos y divisores
o cómo calcular un préstamo hipotecario”. ¡Toma ya! Eso de Hijas de San José también me ha llenado de asombro. Ignoraba que al
padre putativo de Cristo le hubiesen
salido más retoños bastardos que a los Borbones
y a los Austrias juntos a lo largo
de la historia. Y es que hay días en los que uno no sale de su asombro. También
me entero hoy de que han detectado la llegada del mosquito-tigre en Aragón y
que ya vuela sin necesidad de utilizar GPS
por Huesca. Esos mosquitos no entienden del espacio
Schengen y desconocen los problemas que causan las migraciones masivas.
Aparecen cuando les viene en gana como si fuesen drones y no hay radares que
los detecten ni cazabombarderos que les puedan frenar en su invasión por el
espacio aéreo. Contra ese díptero invasor llegado desde Asia no hay defensa y
las enfermedades que transmite, entre ellas el chikunguña, carecen de vacuna.
En fin, mañana comienza el otoño y a todos nos empapará ese raro esplín que,
como sucede con la piojera, ataca con mayor virulencia a los románticos
desnutridos.
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