Ya han matado de la forma más atroz -para los tordesillanos
de la forma “más normal”- al toro Rompe
Suelas. Y los salvajes de Tordesillas que apoyan esa fiesta del Toro
de la Vega han dado su faena por cumplida tras un gran
número de lanzadas y la consiguiente muerte del animal de la forma más violenta
y cruel que cabe imaginar. Pedro Sánchez
señalaba al respecto que, de llegar al poder, eliminaría esa atrocidad. ¿Por
qué no lo hicieron los socialistas cuando gobernaron? ¿Por qué Pedro Sánchez no
fuerza la dimisión del actual alcalde socialista José Antonio González Poncela? Esto no hay quien lo entienda.
Mientras el Rey, acompañado de su
consorte, “proyecta en EEUU la imagen de
la monarquía renovada”, como hoy señala El
País, en Tordesillas se retrocede a
los más oscuros tiempos de la Edad Media,
cuando estaba integrada en la
Merindad del Infantazgo de Valladolid (cuya descripción
figura en el libro Becerro de las Behetrías de Castilla),
en una retracción sólo comparable a la que sufrió esa ciudad a la llegada de Almanzor a finales del siglo X; o la
retracción de que a la población castellana de entonces le pareciese “algo
normal” –como les ha parecido hoy a los habitantes de esa antigua Merindad la
muerte de Rompe Suelas- que a Juana de
Castilla se la recluyese en un castillo de Tordesillas la friolera de 46
años. Cuando las mayores atrocidades se consideran “algo normal” entre la
población civil de un territorio, hay que atarse los machos y salir corriendo.
Habría que hacer una “memoria histórica”
de esos pueblos en los que parece “algo normal” que los quintos tiren desde el
campanario de una iglesia a una cabra, que lancen codornices en una especie de
cañón para que los cazadores les den gusto al gatillo de sus escopetas, que
todavía existan toros de fuego en muchas fiestas patronales… Los animales
merecen dignidad y respeto. Mientras no se logre sensibilizar la conciencia
colectiva, la Marca España
tendrá menos valor en el mundo civilizado que los billetes del juego del monopoly, por mucho que Felipe de Borbón intente proyectar ante
Obama la imagen de una monarquía
renovada. Hay proyecciones, no sé si esa lo será, que sólo son sombras
chinescas.
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