Por el diario Heraldo
de Aragón me entero de que existe un
Plan Extraordinario de Apoyo al
Empleo auspiciado por la Diputación
Provincial de Zaragoza, en un intento de paliar el desempleo
en los pueblos más castigados por la crisis. Es decir, que la DPZ concede subvenciones a los
Ayuntamientos de la provincia para contratar servicios de forma temporal. A los
Ayuntamientos les corresponderá evaluar los criterios de selección de ese
personal necesario. Eso me recuerda aquel despilfarro del Plan E (Fondo de Inversión
Local) promovido por el Gobierno de Rodríguez
Zapatero. Aquel plan también pretendía “fomentar el empleo y activar la
economía”, según el Gobierno. Una visión keinesiana,
aquella, que no sirvió para nada
útil. Se hicieron obras donde no hacía falta llevarlas a cabo y hasta se
derrocharon –sirva como ejemplo- 350.000 euros en un spa rural en la localidad
pacense de Arroyo de San Serván. Se acercan las elecciones generales y hay que
dar dinero a los pueblos para afianzar el voto. Como ya no se pueden regalar
perniles alpujarreños, como hacía Natalio
Rivas a cambio del voto del cacique, ahora se da dinero a los pueblos para
que los alcaldes “obren el milagro”. Por cierto, hay una anécdota que describe Juan González Blasco en su libro sobre
Natalio Rivas muy curiosa y que recuerda Andrés
Cárdenas en Ideal.es de Granada: “Resulta que en 1949 visitó Granada el rey de
Jordania Abdullah I. La cena se
ofrecía en el Palacio de Carlos V y en un momento determinado, el arzobispo de
la ciudad, Agustín Parrado, más
conocido como el cardenal Parrado, ofreció al monarca árabe una bandeja con un
exquisito jamón de Trevélez. -No, no, mi religión me lo prohíbe -dijo el
monarca.- Pues usted que se lo pierde.- le contestó el arzobispo. Una vez concluido
el banquete, el rey de Jordania fue a despedirse del arzobispo y le dijo a éste
que saludara a sus mujeres. -¿Mujeres? No, no, mi religión me lo prohíbe.-dijo
Parrado. -Pues usted que se lo pierde.- le contestó el árabe”. Pero a lo que
iba. Como consecuencia de las subvenciones de la DPZ, cuenta hoy Heraldo de Aragón: “El ayuntamiento de Paracuellos de la Ribera no
quiere que nadie le acuse de adjudicar puestos a dedo. Ya le ha pasado una
vez este año y tuvo que despedir a su peón de limpieza viaria y repetir la
convocatoria. Ahora pretende que nadie ponga en duda la objetividad de sus
criterios de selección y por eso ha ideado un infalible sistema para
seleccionar al nuevo: una demostración de habilidades en la plaza de España del
pueblo. La prueba que más expectación despierta entre los vecinos es sin duda
la del carrito
de la limpieza. Los aspirantes tendrán un tiempo límite para
introducir en él algunas escobas y herramientas y a continuación tendrán que
empujarlo por un recorrido y superar algunos desniveles sin que se les caiga
nada al suelo. Un jurado compuesto por tres personas evaluará la prueba.
Completar el recorrido sin incidentes computará un punto, cada herramienta
caída restará 0,5 y tardar más tiempo del debido, hará que no puntúe”. (…) “Algunos
candidatos, sin embargo, se sienten irritados porque perciben en la
convocatoria cierta intención de reírse del obrero”. Esperemos que esas tres personas que
componen el jurado no sean parientes del aspirante a barrendero que finalmente
se alce con la peana y con el santo. Esas cosas, ya se sabe, pueden terminar
como el rosario de la aurora.
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