Dice Antonio Gala
en su columna de hoy en El Mundo que
“no está la Magdalena
para tafetanes”. Julio Llamazares,
en El País, al referirse a los
refugiados, señala que “nosotros somos los que nos refugiamos detrás de
nuestros Gobiernos, pero, como no lo sabemos o no podemos reconocerlo, llamamos
refugiados a los que vienen pidiendo ayuda como siempre hicieron los pobres y
los desheredados de la fortuna en la historia”. (…) “Tan solo la imagen de un
niño ahogado que, al vestir exactamente igual que nuestros hijos y no como un
pordiosero, nos hizo caer en la cuenta de que podía haber sido nuestro nos hizo
despertar y pasar a la acción dejando nuestros refugios y nuestra confortable
seguridad. ¿Por cuánto tiempo? Por el que dure en nuestras retinas la imagen
del niño ahogado, me temo. Después volveremos a nuestras fronteras, a nuestras
reticencias, a nuestras fortalezas defensivas semejantes a aquélla desde la que
el teniente Drogo esperó con miedo
toda su vida la invasión de los tártaros en la novela del italiano Dino Buzzati”. Pues sí, no está la Magdalena para
tafetanes. Obama le ha dicho a Felipe VI que “el mundo necesita una
España unida”. Pues nada, volveremos a colocar en nuestro escudo patrio aquello
de “una, grande, libre”, como llevaba
el águila rampante de san Juan a
modo de fular de tela fina, o de tafetán, del que se apropió Franco. Y lo que desea el paternal
Obama, que parece el jefe del clan de La Casa de la Pradera, es que con sus sesudos consejos
vuelva Artur Mas al redil, intentaremos que vuele el águila en libertad sobre
esa España unida y sacrosanta, agrandada y rumbosa, a la que le daremos de
comer en nuestra mano y a la que invitaremos a que aterrice en el aeropuerto de
Castellón, o en el de Ciudad Real, que para gustos se hicieron los colores.
Obama, que ya tiene lo que quería, es decir, la base militar de Rota a su
servicio, pretende además ejercer de Patrick
Peyton con los españoles, haciendo una especie de apostolado del rosario
en familia, la familia que reza unida permanece unida, y aquí no vale que
Cataluña y los catalanes que la conforman pueda ir por libre, a su bola. Ellos,
los norteamericanos, ya tuvieron su Guerra de Secesión y saben de qué hablan.
En fin, Obama podía haberle dicho al Rey
de España que está alarmado por la corrupción política y económica que no
cesan, o por la sevicia de los vallisoletanos contra el toro Rompe Suelas. Pero no, esas cosas, como
decía La Codorniz en su sección “La
cárcel de papel”, por ser considerados delitos de menor cuantía no es
necesario que pasen a la jurisdicción de más altos y severos organismos. Amén.
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