miércoles, 9 de julio de 2008

¡Vivan las cadenas!

Desde que comenzara la Expo de Zaragoza, los personajillos que están en posesión de la cuerda de trenzado, vamos, los de siempre, están más atentos a los repiques de campanas que a los trabajos de despacho. Estos piojos resucitados, que ya ostentan el "síndrome de Stendhal", después de haber visto día sí y día también la Torre del Agua, no sabemos si caerán pasado el 14 de septiembre en estado de angustia, excitación alternativa con la melancolía, obnubilación, temblores, sudoración y pitidos de oídos, tal y como lo describió Marie Henry Beyle, en 1917.
En suma, nuestros políticos viven hoy más del fasto que de la eficacia. Y lo hacen con naturalidad. Similis simili gaudet, o sea, lo igual a su igual llama. Dios nos coja confesados.

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