Días pasados se inauguraba el
Centro Cultural Palestino Andaluz en Beit Sahur,
en el territorio ocupado de Cisjordania. Es un nuevo acierto de la Junta de Andalucía, dada la
gran afluencia de andaluces que veranean transistor en mano y con chancletas en
ese secarral. Hace décadas, los andaluces, que no tenían posibles para poder
veranear en plan Rodolfo Langostino, se marchaban con la maleta y un ramillete
de esperanza a buscar trabajo a Cataluña;
y, una vez instalados, formaban importantes centros de reunión para solazarse
en sus horas de asueto. Pero ahora la cosa ha cambiado. Aquellos andaluces, que
habían llegado a Barcelona a principios de los sesenta y a quiénes los
catalanes llamaban despectivamente charnegos, se han convertido pasados los
años en más catalanistas que el mismísimo Joseph Antoni Durán i Lleida, que
tampoco nació en Cataluña sino en el
pueblo oscense de Alcampell, y que Josep-Lluís Carod Rovira, hijo de Apeles
Carod, un guardia civil aragonés que dejó el Cuerpo y el tricornio y se afincó
en Cambrils como trabajador del puerto. Pues bien, a lo que iba, a la
inauguración del Centro Cultural Palestino Andaluz asistió el vicepresidente de
la Junta de Andalucía,
Diego Valderas, que es andaluz de nación, de Bollillos Par del Condado, y que
también tuvo que marchar a Barcelona a los 16 años, después de haberse quedado
huérfano, donde trabajó de albañil, camarero, repartidor de butano, jornalero,
peluquero, etcétera. En esas, en medio de la inauguración, allí estaba a pie
firme Diego Valderas en compañía del director del Centro, Hazim Manoly, cuando
sonó la Marcha Granadera,
solo que esta vez se trataba de un Himno Nacional cantado y con la letra que el
gaditano José María Pemán concibió en 1928 por encargo de Miguel Primo de
Rivera. Aquellos versos que empiezan: “Viva
España, / alzad la frente, hijos del pueblo español, / que vuelve a resurgir…”, durante el
franquismo se cambiaron en lo de “alzad la frente” por “alzad los brazos” por
aquello del saludo a la romana del fascismo. Algo parecido aconteció con el
Himno de Riego por los altavoces del Rod Laver Arena en la
final de la Copa Davis
en Melbourne, en 2003. Lo sucedido en Australia es más perdonable. En la
antípoda todavía no tiene pensado la
Junta de Andalucía inaugurar un Centro Cultural Australiano
Andaluz. Pero lo de Palestina no tiene perdón, si consideramos que Palestina
forma parte de los Santos Lugares y que el director del centro se apellida
Manoly, nombre muy común entre las muchachas del bilbaíno barrio de La Palanca.
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