sábado, 19 de enero de 2013

La España indeseable




Llega la ciclogénesis explosiva en el clima y en el Partido Popular. La meteorología anda revuelta y la política anda podrida. La borrasca que ha producido en la sociedad el caso Bárcenas, un eslabón más de la cadena de los despropósitos, pone de manifiesto cómo está el panorama en el Reino de España. Mientras la chusma gobierne; mientras el juez Castro, encargado del caso Palma Arena, donde salió de rebote el caso Nóos (y abrió una nueva pieza), no tenga las agallas suficientes para imputar a la infanta Cristina cuando sí las ha tenido para imputar a la esposa de Diego Torres, Ana María Tejeiro; mientras la Justicia se ponga de perfil tras conocer que, gracias al dinero público que se desviaba del Instituto Nóos, la infanta ganó 571.000 en sólo tres años de actividad de Aizoon ( empresa montada a medias con su marido), según el periódico El Mundo; mientras Rajoy ironice, como hizo en Almería, al responder a un periodista sobre los sobresueldos que cobraron ciertos miembros de su partido (algunos hasta 15.000 euros mensuales), con un cínico “sí, hombre”; mientras, mientras… Son demasiados “mientras” para un pobre país que no sabe por dónde tirar. De nada sirve que los ciudadanos se manifiesten, que se hagan foros de opinión, que se denuncien un día sí y otro también corruptelas en todos los partidos políticos y en todos los ámbitos en los que ciertos sinvergüenzas “cortan el revesino”, frase que, por cierto, utilizan los limeños desde  que en 1535 se trazó el plano de la ciudad de Lima. Lástima que no pueda contar aquí  esa patraña por resultar demasiado larga. Estos sinvergüenzas, digo, han dividido España en dos: la de los ciudadanos honrados que pagan sus impuestos, sufren la crisis económica y salen adelante (en demasiadas ocasiones gracias a la ayuda de los abuelos pensionistas); y la otra, la España de los despilfarradores del dinero público y de los patrioteros que se lo llevan crudo como si eso fuera “normal” en el terreno político. Es un corte sin anestesia que esos desaprensivos han practicado a bisturí, como corta un velero el mar. Pero nadie dimite de sus cargos y casi nadie devuelve lo robado ni entra en presidio. Dado ese feo panorama, también parece normal que las esperanzas de los ciudadanos en una España mejor se hayan cortado como se corta la mayonesa.

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