Lo cuenta Henar Ortiz en Twitter:
“En este país se recortó un 22% en Educación y un 21% en Empleo. Pero a la Casa Real sólo un 2% y a
la Iglesia un
0%”. Y es verdad. Alguien con poder político bastante debería explicar a los
ciudadanos el por qué de esos datos. A mí no me sirve que se diga que la Monarquía en España sale
barata. Tampoco, que la
Iglesia, a través de Caritas, ejerce un papel importante en
una sociedad deprimida por la crisis económica. ¿Cuánto aporta a Cáritas la Conferencia Episcopal?
No llega a un dos por ciento. Respecto a la Monarquía, ¿sale barata
con respecto a otras monarquías europeas? Posiblemente sí, pero la realidad de
España no es la de Dinamarca, Holanda o Reino Unido. Por lo tanto, la comparación
es odiosa. Resulta que Henar Ortiz está
en lo cierto cuando hace referencia a esos datos porcentuales. Pero también
resulta, según he leído por ahí, que Henar Ortiz, hermana del padre de la
consorte del príncipe Felipe estuvo, no sé ahora, imputada por alzamiento de
bienes junto a su madre y Jesús Ortiz. Henar es un terreno poblado de heno. Y
el heno es la hierba que se corta y se deja secar para alimentar el ganado. Hace ahora un año, la polifacética Henar Ortiz
hizo una entrevista a Teresa Álvarez, viuda de Sabino Fernández Campo, para la
revista “Hola”; ese papel couché que,
como sucede con el heno, alimenta la morbosa curiosidad de los clientes de
peluquerías y salas de espera de dentistas. Y la reportera Henar le espetó,
como quien se come un albaricoque: “¿Cómo cree que hubiera reaccionado su
esposo ante el crítico momento que atraviesa la Casa Real?”. Su esposo
Sabino -para que se entere la exempresaria, exreportera gráfica y ahora actriz
Henar Ortiz- ya pasó el peor momento de
su vida la tarde-noche del 23 de febrero de 1981. El laberinto de España, a mi
entender, no es cuantificar el coste del mantenimiento de la
Casa Real, que parece estar asumido por
todos. El galimatías que ahora preocupa a los españoles, a la cúpula del PP y a
los responsables del Gobierno es el último relato de Trías Sagnier. Esa nueva
versión de “Malversar en tiempos revueltos”
sí que lleva trazas de convertirse en un culebrón inacabable. Ya verán,
ya verán…
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