Luis Bárcenas sigue insistiendo
en que altos cargos del PP cobraron “bufandas”; Diego Torres continúa lanzando
torpedos contra Urdangarín en un intento, según parece, de posicionar a la
infanta Cristina en el centro del tsunami; Montoro no abre la boca con respecto
a la regularización, aprovechando la amnistía de Hacienda, de 10 millones en
cuentas opacas que Bárcenas tenía en Suiza y regularizó; la
Casa Real todavía no ha cesado a Carlos García
Revenga, secretario de las infantas, tras conocerse su imputación por el juez
por presuntos desvíos de fondos públicos al Instituto Nóos; el Ayuntamiento de
Palma de Mallorca desea que Urdangarín no use el título de duque consorte y acuerda
quitar el rótulo de una Rambla dedicada
a la pareja ducal; Gabilondo pedía ayer, cumpleaños del Príncipe, desde El País,
la abdicación de don Juan Carlos; la derechona debería ahora pedir perdón en
aquellos medios de prensa y radio ( todos conocemos cuáles) en los que lanzó
vergonzosas acusaciones relacionadas con niños y trituradoras sobre Carlos
Morín, tras ser absuelto por la
Audiencia de Barcelona de la acusación de más de 100
prácticas abortivas ilegales; la ministra Mato, que no sabe por dónde le sopla
el viento, pretende añadir el incremento del IPC sobre los fármacos a los
porcentajes que ya se cobran injustamente a los jubilados cuando éstos
presentan las recetas en las oficinas de farmacia; Emilio Botín, el de los
tirantes “coloraos”, ha presentado unos resultados de 2012 muy malos para el
accionista, al verse obligado a “orear” sus balances mediante una provisión de
18.800 millones para el ladrillo; y, por si ello fuese poco, hoy Artur Mas se
entrevista con el Rey en La
Zarzuela para exponerle sus “planes” de futuro. Es lo que
hay. Cuenta hoy Marcello, el simpático
perrillo, que “Don Tancredo Rajoy está pálido de miedo”, más aún tras las
declaraciones de Pío García Escudero. No sé, no sé… En los “papeles secretos” del
extesorero que hoy saca a la luz El País se cuenta que hay anotaciones donde se
reflejan, entre otras muchas, entregas de 25.200 euros anuales durante 11 años
al actual presidente del Gobierno. Esto no marcha, la tensión social aumenta de
forma exponencial, al Gobierno se le ha gripado el carburador para gobernar con
acierto y la Casa Real
no pasa por su mejor momento. Sólo falta, dicho sea en sentido figurado, un
estopín con fulminato de mercurio para que todo vuele por los aires. No se
puede ir de gobernantes sólo por el beneficio que concedieron las urnas a unas
listas cerradas sin tener en cuenta a los gobernados, que depositaron su voto
en la confianza que les daba un previo programa político más tarde incumplido
en su casi totalidad. Seamos serios y llamemos a las cosas por su nombre: al
Rey lo nombró Franco y su aceptación por
la ciudadanía fue “colada de rondón” dentro del “totum” de la Constitución. Y
el Partido Popular obtuvo mayoría absoluta en las urnas más por los deméritos
del PSOE que por méritos propios. Pero en España parece ser, si es que aspira a
modernizarse, que ya no cabe la decimonónica fórmula de ahora Cánovas, más
tarde Sagasta. Tampoco, un “borboneo” como el de Botsuana, por el que tuvo que
pedir perdón el Jefe del Estado. A mi entender, la Monarquía española, y
por consiguiente la Casa
de Borbón, debió de terminar para siempre en 1931, con la abdicación por
abandono de Alfonso XIII. Ahí terminó su reinado. Eso de los derechos legítimos
traspasados a Juan de Borbón son pamplinas. (No debemos olvidar que por una ley
de 26 de noviembre de 1931 las Cortes acusaron a Alfonso de Borbón de alta
traición. Tampoco, que Franco escribió el 4 de abril de 1937 una carta
despectiva al Alfonso XIII después de que éste acabara de donar un millón de
pesetas a la causa franquista). Mal podía ceder derechos sucesorios quien los
había perdido en el puerto de Cartagena. Pero tiempo le pido al tiempo. Como
demuestra la Historia,
el tiempo terminará por poner cada cosa en su sitio.
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