Por una vez voy a estar de
acuerdo con algo que dijo Esperanza Aguirre en una entrevista en Telecinco:
“que no pueda ir a un cargo público ni a un escaño ni a un puesto directivo
importante alguien que no haya cotizado a la Seguridad Social
en otra cosa, que no haya sido autónomo, empresario, que no haya hecho cosa
distinta en su vida”. De ser así, no se darían supuestos como los de José Luis
Rodríguez Zapatero o Fátima Báñez García, la actual ministra de Empleo y
Seguridad Social, que siempre vivieron de la política. Los resultados, en
consecuencia, no han podido ser más catastróficos. Rodríguez Zapatero veía
brotes verdes donde sólo existía un erial que lo copaba todo. La ministra
Báñez, una de las peor valoradas junto al ministro Wert, no sabe ni por dónde
le sopla el viento. El abaratamiento de despidos y la reducción de
indemnizaciones en su reforma laboral no han servido para crear puestos de
trabajo, sino más despidos y más infortunio a gran parte de los ciudadanos.
Convertir la política en una profesión con los únicos “méritos” curriculares de haberse presentado mediante lista cerrada en unos comicios suele llevar a
situaciones indeseables. Toda democracia se evapora como el agua de un charco
cuando se transforma en una oligarquía de partidos con estrictas reglas
disciplinarias. Más aún cuando un determinado partido consigue la mayoría
absoluta tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado. Entonces ese
partido se convierte en un monstruo capaz de laminar (generalmente en beneficio
propio) cualquier intento de
transformación social (en beneficio del
pueblo soberano) que pueda llegar a proponerse desde las filas de la Oposición. Y sobre la
corrupción política, ¿qué decir? Sólo un ejemplo: lo sucedido en la Comunidad de Madrid con
Juan José Güemes, exconsejero madrileño de Sanidad, que ha hecho el ‘sacrificio’
de no trabajar por un importante sueldo en Unilabs (la empresa que ahora ejerce
el control de los análisis clínicos de ciertos hospitales públicos ahora
privatizados), da idea de cómo las gasta la derecha allá donde gobierna.
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