jueves, 10 de enero de 2013

Un ministro tripero




El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, es lo más parecido al recordado por los niños de hace unos años como monstruo de las galletas. En una entrevista concedida a RNE, este ministro, tripero donde los haya y sobre el que sin duda resulta más barato comprarle un traje de Hermenegildo Zegna que invitarle a comer, acaba de decir sin despeinarse una ceja que “veo un yogur en una nevera y ya puede poner la fecha que quiera que yo me lo voy a comer”. El monstruo de las galletas, si ustedes recuerdan, era un títere que aparecía en el programa infantil “Barrio Sésamo” diciendo aquello de “¡Yo querer galleta!”, “¡Yo comer galleta!” y “¡Aumm ñam ñiam ñiam ñiam!”. Pues bien, al ministro Arias Cañete ya le pudimos ver por televisión comiendo a dos carrillos un excelente entrecot de ternera, como si se tratase de una torrija, cuando más cundía la alarma social en España por causa de la  encefalopatía espongiforme bovina, más conocida como enfermedad de las vacas locas. Mientras el catedrático Badiola alertaba sobre los priones, el ministro Arias Cañete, que había sustituido a Jesús Posada, que ahora se dedica a domar a los leones de Ponzano, y que permaneció en Agricultura entre 2000 y 2004 durante el gobierno Aznar, se ponía como el Quico, o sea, metiendo en la oficina de las tripas solomillo de vacuno. No es la primera vez que este ministro hace declaraciones desafortunadas. Recuerdo cuando se quejó de que ya no quedaban “aquellos camareros maravillosos que teníamos, que le pedíamos un cortado, un nosequé, mi tostada con crema, la mía con manteca colorada, cerdo, y a mí uno de boquerones en vinagre y venían y te lo traían rápidamente y con una enorme eficacia”. Este ministro glotón trata ahora  de “quitar hierro” a la desesperante situación de las víctimas de esa tragedia humana que está significando para los españoles la crisis económica. Digo yo que sus declaraciones en la radio pública serán como un mensaje de esperanza dirigido a esa legión de menesterosos que rebusca comida en los cubos de basura de los supermercados. No importa comer yogures pasados de fecha. Sólo falta ya que otra ministra, Ana Mato, diga en los micrófonos que no tiene peligro alguno consumir medicamentos caducados, que curan y alivian de igual manera que los que están sin caducar. Hasta no hace mucho tiempo, esos fármacos de desecho se expedían al Tercer Mundo, como el contenido de las huchas del Domund.  No hace falta continuar con las remesas. El Tercer Mundo ya habita entre nosotros.

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