Hoy en media España se celebra la
fiesta campestre de Jueves Lardero. La matanza del cerdo, lo que en Aragón se
conoce como matacía, sucedió a mediados de enero, por San Antón. Recuerden
aquello de que “por San Antón, el que no mata gorrino no come morcillón”. Pues
bien, ha pasado casi mes y medio desde aquel otro festejo, el del ritual de la
matacía, y ahora toca tomar la longaniza
curada en los altillos de las casas a fuer de frío y trocearla en “palmos”, tal
como se practica en la Comarca
de Calatayud. Ya provistos del hatillo con las viandas lo que manda la
tradición es salir de marcha campestre, si el tiempo lo permite, a cualquier
punto de los pintorescos alrededores. Y así, ya
acampados, comiendo pan con longaniza y bebiendo buen vino recio de garnacha en bota, se intenta pasar una tarde festiva en
buen ambiente de compañerismo hasta la puesta de sol. El Jueves Lardero, jueves
anterior al Miércoles de Ceniza, es hoy día una reminiscencia de aquella otra
fiesta que hacían los “cristianos
viejos”; que, frente a “marranos” y mudéjares de la vecindad, no tenían empacho
alguno en comer carne de cerdo. Pero, eso sí, había que hacerlo antes de la
llegada de la Cuaresma,
que era tiempo penitencial de ayuno y abstinencia. Llevaría tiempo explicar
cómo se celebra el Jueves Lardero en las diferentes regiones de España. Por esa
razón, me limito a señalar las costumbres
en la Vega
del Jalón. De hecho, existe un pueblo en La Rioja llamado Lardero, donde se acostumbra a
tomar “chorizo, pan y huevo” y “bollos preñaos” con vino caliente. Lardero
deriva del latín “lardarius” (tocinero) y de ello presumía Lardero en época
romana, conocido ya entonces por sus tocinos y salazones. Pero bien,
centrándonos en Calatayud y su comarca, existe otra fiesta campestre en
Calatayud que también merece ser señalada. Me refiero al Domingo de Lázaro, o
de las “culecas” (barbarismo de “cluecas”), que se celebra el domingo anterior
al Domingo de Ramos. Esa tradición viene de la única comida del día, como ayuno
voluntario, antes de la Semana
de Pasión, o sea, la semana anterior a Semana Santa. Parece ser que los
bilbilitanos se reunían cerca de un lazareto existente en el siglo XVIII y que
de forma caritativa compartían con los leprosos una especie de hogaza que
llevaba incrustado en el centro de la masa uno o dos huevos duros de gallina.
Con el tiempo, aquella hogaza de pan se transformó en una masa dulce a modo de
coca. En el pueblo cercano de Terrer, la “clueca” es costumbre degustarla
acompañada de una taza de chocolate durante la merienda del Domingo de
Resurrección. Cada pueblo de España tiene sus propias costumbres, que por nada
del mundo deberían perderse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario