Escrito en la prensa del Grupo Z:
“La infanta Cristina ha entrado a pie tras bajar la rampa en coche”. Total,
once pasos. Hombre, no lo iba a hacer en parihuelas, o en silla gestatoria,
¡estaría bueno! El abogado de la hija del Rey, Jesús Silva, ese hombre que
sonríe de forma estúpida cuando habla con la prensa, ha comentado “que acude
bien preparada” ante su encuentro con el juez Castro. A ver, no se trata de
opositar a Notarías sino de demostrar que nada tiene que ver con los oscuros
manejos de Urdangarín, su marido, en Caso Nóos ni con la empresa patrimonial
Aizoon (donde se desviaron fondos de las arcas valencianas y baleares) y de la
que utilizaba la “Visa Oro” en compra de ropa infantil de lujo, flores, peajes
en autopistas y excursiones. Y el fiscal Pedro Horrach, inexplicablemente, mantiene
antes de que ésta haya declarado que la duquesa no ha cometido delito “porque
la cuota defraudada es penalmente irrelevante”. Como dicen los de mi tierra, ¡qué
trazas de melonar! ¿Que es para ese fiscal un fraude relevante? En el caso Nóos
se han detectado posibles delitos de malversación de fondos públicos, cohecho,
estafa, blanqueo de capitales y fraude fiscal. “Un lamentable espectáculo –como
señala hoy Pablo Sebastián en “República.com”- adornado de toda clase de
intrigas y presiones políticas emanadas de los más altos palacios del Estado, la Moncloa, desde donde el
presidente Rajoy ha declarado que la
Infanta es ‘inocente’ y La Zarzuela, desde donde el
Jefe de la Casa
del Rey Rafael Spottorno calificó el proceso judicial de ‘martirio”. Rajoy,
cuya pésima gestión al frente del Ejecutivo está haciendo buena la política
llevada a cabo por el infausto Zapatero, debería haber sido más prudente y no
decir, como dijo, que la infanta es “inocente” antes del pronunciamiento de la Justicia. Ser imputado no
equivale a ser procesado y Rajoy debería saberlo. Pero este hombre está, según
se desprende, más cerca de Babia que de la coherencia Los abogados de la
infanta confían en el sobreseimiento de la causa, bien ahora, en primera
instancia, o más tarde mediante recurso ante la Audiencia Provincial
de Palma. Pero ya conocen la maldición gitana: “pleitos tengas y los ganes”. Es
una lástima que los españoles no hiciesen caso a Juan Prim, en su discurso de
“los tres jamases” pronunciado en la tribuna de oradores de las Cortes Constituyentes
de la Primera
República: “No debe aplicarse la palabra jamás, pero es tal
la convicción que tengo de que la dinastía borbónica se ha hecho imposible para
España, que no vacilo en decir que no volverá jamás, jamás, jamás”. “Para
rellenar esa negativa tajante (José María Pemán, “Interregno”, Abc de Madrid, 30/04/66, p.3) se ensayó todo:
se rebuscaron reyes por Europa, se trajo a un italiano, se ensayó la República unitaria, la
federal, la Dictadura
de Serrano… Hasta que, al fin, los nueve votos que Cánovas tenía en las
Constituyentes, se fueron engordando [él, monárquico, lo escribe de paciencia y
lógica] hasta producir la adhesión masiva y entusiasta que rodeó la vuelta de
Alfonso XII”. Ahí comenzaron nuestros males. Fue, por decirlo de alguna manera,
como la reaparición agresiva de un catarro mal curado que terminó en fatal neumonía
tras el destronamiento de Isabel II, en septiembre de 1868. El posterior
reinado de Alfonso XIII fue una calamidad y lo que sobrevino después de su
marcha por Cartagena es por todos bien conocido: la
II República, una cruel guerra civil, la
tremenda represión de los rebeldes ganadores y la dictadura de un generalito
que duró casi cuarenta años. Y a ese generalito de apellido Franco se le debe
la reinstauración de los Borbones en España, y vuelta a empezar. Los españoles
no aprendemos de la Historia. A
Spottorno le preguntaría: ¿Para quién es el martirio? Sin duda para los
españoles, incapaces de poder actuar frente a la corrupción de partidos y
sindicatos, con un Gobierno que ha incumplido todas sus promesas electorales,
con una Banca rescatada y sin intención alguna de devolver el dinero prestado
por el FROB, con una industria hundida, con una clase media empobrecida y en la
que están ahogados en la desventura casi seis millones de ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario