El manejo de los dedos, en
mecanografía o en música, tiene su importancia. Yo música no sé, no tengo piano
ni arpa y en el ordenador me manejo con dos o tres dedos de cada mano. ¡Qué le
vamos a hacer! Ahora leo el motivo por el que se escurre hacia abajo la
hamburguesa, el ketchup, el pepinillo y la mostaza cuando pretendemos hincarle
el diente. La solución ha llegado de la mano de unos científicos japoneses. El
secreto estriba, según leo hoy en Abc, en “sujetar la hamburguesa sin apretarla
demasiado con los dedos pulgar y meñique en la parte inferior, y con los otros
tres abiertos en la parte superior”. El error llega cuando se colocan los dedos
pulgares en la parte inferior del pan y los otros cuatro dedos en la parte
superior. Ahí es cuando “llega la tragedia”: la hamburguesa baja al plato, se
cae al suelo o nos mancha la corbata. Menos mal que siempre hay genios, en este
caso un perito en mecánica de fluidos,
un ingeniero y un odontólogo, dispuestos a hacernos la vida más fácil. De la
misma manera, ahora espero que todo ciudadano aprenda la mejor manera de
introducir un supositoro por el ano de forma correcta. Yo durante mucho tiempo
creí que, teniendo en cuenta su forma de torpedo, debía introducirse por su
parte más puntiaguda, como de igual modo lo entendió su diseñador en el siglo
XIX, un tal Henry S. Wellcome. Le pareció a él, y me parecía a mí, que era de
sentido común. Pero una farmacéutica
conocida me ha comentado que es mejor hacerlo por la base plana, ya que los
esfínteres del recto en contacto con la parte afilada empujan al interior hasta
la parte más profunda, facilitando la absorción de su principio activo. No sé
qué diría hoy al respecto el señor Wellcome. Cualquiera sabe… Ahora resulta que la ministra Báñez considera “un fracaso” un ajuste
salarial a largo plazo. ¡Pero si la reforma laboral la ha hecho ella! Un farmacéutico
de La Rioja
establecido en Bilbao, el doctor Salustiano de Orive, descubrió en 1870 en su
laboratorio de la calle Ascao, el “Licor
del Polo de Orive”, que más tarde se quedó en “Licor del Polo” y, en 1920, el “Jarabe
Orive”, contra la tos. El “Licor del Polo” (hoy producido por Henkel) debe su
nombre a un compañero suyo de carrera, Apolinar Espinosa, apodado “Polo”, que
había empleado algunas sustancias que se utilizaban en el Polo Norte para
combatir el escorbuto. Una hija de Salustiano de Orive se casó con José Espinosa,
hijo de “Polo”, y tuvieron un hijo, Alfredo Espinosa de Orive, que llegó a ser
consejero de Sanidad del Gobierno Vasco por Unión Republicana y fusilado
durante la Guerra Civil.
Pues bien, poco antes de morir, don Salustiano de Orive, notorio activista
anticlerical, dejó bien claro que, por no creer, no creía en su jarabe para la
tos ni en los beneficios para la higiene de la boca del dentífrico por él
inventado. Así que no sé a qué carta quedarme.
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