Francisco Gómez es alcalde de
Benaoján por la Agrupación
Independiente Progresista. Y a Francisco Gómez (de los Gómez
de toda la vida) le gusta fumar en el interior del Ayuntamiento y ladrar cuando
alguien, como en el caso de la socialista Soraya García, le invita a que fume
en la calle. Ignoro qué tipo de cigarrillos fuma este hombre, pero los ladridos
se me antojan como de perro ratonero. Y como fuma dentro del Ayuntamiento y no
tiene intención de dejar el hábito, que en este caso sí hace al monje, se ha
autoexpedientado por incumplir la ley antitabaco. ¡Toma ya! Y Gómez ya ha dicho
que agotará todas las vías judiciales y administrativas para defenderse en ese
asunto. Soraya García, por asociación de ideas, tal vez interprete los ladridos
de Francisco Gómez con la frase
atribuida a don Quijote:”Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”, como
beneficiosa en sus posibles aspiraciones políticas. Pero desde ahora le digo a
Soraya García, (de los García de toda la vida), que no es cierta la frase
puesta en boca de don Quijote; ya que, según el escritor argentino Héctor Zimmerman, dicha frase no aparece en
ningún lugar del texto ni en ninguna otra obra de Cervantes ni tampoco en “El
Quijote” de Avellaneda". Otros se la atribuyeron a Manuel Azaña, durante la época en la que izquierdas y derechas competían por conseguir
sacar al presidente Niceto Alcalá Zamora
de la mediocridad, algo que tampoco es del todo cierto. En realidad habría que
remontarse a Goethe y su poema “Kläffer”
(“Ladrador”) de 1808: “Cabalgamos por el mundo/ en busca de fortuna y de
placeres/ mas siempre atrás nos ladran, / ladran con fuerza…/ Quisieran los
perros del potrero/ por siempre acompañarnos/ pero sus estridentes ladridos/
sólo son señal de que cabalgamos”. Francisco Gómez ha conseguido que se hable
de su pueblo, Benaoján, en los telediarios. Ambos, Francisco y Soraya, se han
montado en un caballo de madera con los ojos vendados y los bromistas que en su
día les votaron han comenzado a mover el caballo para que parezca que trota.
Son políticos de opereta en la
España cañí. Y hasta el
falso caballo relincha con el falso ladrido de los perros.
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