Rafael Comas, teniente general del Ejército ha dicho que “sería
positivo recuperar el servicio militar obligatorio, aunque en otro formato”.
¿En otro formato? El alcalde de Algamesí, Vicent
García Mont, del Partido Popular de la Comunitat Valenciana,
es quien le ha dicho al general que sería conveniente recuperar al menos “dos
mesecitos de mili”, y éste, el general, cuando ha escuchado tal disparatada sugerencia,
se ha venido arriba como los toreros de postín. Al algemesinense le llaman toput, porque cuentan los habitantes de
los pueblos vecinos, los de Alginet,
Sollana, Albalat de la Ribera,
Poliñá del Júcar, Alcira y Guadasuar,
que esos lugareños gastan menos que un ciego en novelas. Al alcalde de Algamesí
habría que preguntarle si él iba a correr con los costes de tal disparatada
idea. Porque hablar por hablar “es -como decía Camilo José Cela- como meneársela con goma higiénica”, o hacer un brindis
al sol. Rafael Comas, por otro lado, debería saber que un ejército de recluta
obligatoria equivaldría a un continuo relevo de personal de tropa. Y al tener que estar constantemente instruyendo
cada reemplazo, nunca se dispondría de una unidad instruida ni operativa. A
Rafael Comas le recomendaría la lectura de “España
indefensa”, de Amadeo Martínez
Inglés, donde ese coronel contaba (en
la página 23 de su libro) que “el
militar profesional español del año 89, [el libro se publicó en 1990] yo diría
de general a sargento, no cree en la guerra. Tantos años de tranquilidad, de aislamiento,
de volcarse al interior, de pluriempleos, de destinos más o menos cómodos, le
han deformado de tal manera que hoy día para cualquier profesional de la
milicia, honrosas excepciones aparte, la guerra es una entelequia, un suceso
ciertamente desgraciado que ocurre en otras latitudes, que afecta a otras
naciones con menos suerte que la nuestra”. Y al alcalde Vicente García Mont
también le diría que “dos mesecitos de mili”, como él dice, daría como
resultado un ejército estrafalario que no servirían ni para luchar contra un
pobre contrincante tercermundista africano. En suma, que el alcalde de Algamesí
entienda que la guerra es algo parecido a aquello que contaba Miguel
Gila en los escenarios, es perdonable. Demuestra que es un papamoscas. Pero
que un militar de carrera afirme, como ha afirmado el teniente general Comas,
que “sería positivo recuperar el servicio militar obligatorio, aunque en otro
formato”, es preocupante; si no es capaz ese militar de explicar ese “formato” de manera entendible por la
ciudadanía que lo mantiene con sus impuestos.
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