Lo sucedido en Valpalmas,
municipio de Las Cinco Villas, no pasa de ser una anécdota producto de un
despiste. No es normal que un automóvil con el conductor a los mandos rompa la
puerta del bar y llegue hasta el mostrador. Quienes estuviesen dentro jugando al guiñote
le mirarían con asombro y los que estuviesen tomando una caña de cerveza en la
barra se apartarían un poco para hacer sitio. De ninguna de las maneras aquel
utilitario era el caballo blanco de Pavía ni el bar era el Hemiciclo del Congreso
de los Diputados. El conductor dijo en su descargo que puso el coche en marcha para conectar el
encendedor y que poco a poco fue avanzando sin que se diese cuenta. Dice
que no sabe más. Hombre, peor hubiera sido que se lanzase con la directa por el
barranco de Barluenga, o que se hubiese despeñado desde el santuario de la Virgen de Monlora. En
Valpalmas vivió el joven Santiago Ramón y Cajal con sus padres entre los años
1856-60. Si esas cosas hubiesen sucedido en Inglaterra, los clientes del bar,
por aquello de la flema anglosajona, no se habrían asombrado de que un coche
rompiese la puerta y entrase como elefante en cacharrería hasta la barra, sino
que los clientes se habrían pasmado por haber visto entrar al cliente con el
cigarrillo entre los labios en un local donde no está permitido fumar.
Posiblemente la Guardia
Civil hasta le haya hecho soplar por ver si llevaba alcohol
en sangre. Lo de Pavía fue distinto. Aquella fue una historia chusca. Un
golpista ecuestre no es normal que entre dando voces en el Congreso contra el
cantonismo revolucionario y menos aún en fría madrugada, como aconteció aquel 3
de enero de 1874. Bueno, la realidad fue que no existió tal caballo.
Curiosamente, otro 3 de enero, 21 años después, Pavía almorzó con Cánovas y aquella
misma noche el militar falleció de forma repentina. Un criado lo encontró
tirado en el suelo de su dormitorio a la mañana siguiente. Claro, el ciudadano que se empotró en el bar de Valpalmas ni se llamaba Manuel Pavía y
Rodríguez de Alburquerque ni siquiera era gaditano de nación. En la escueta
nota de prensa no pone ni sus iniciales, aunque con una población de 165
habitantes no sería difícultoso averiguar si el conductor es de Valpalmas, de
Puendeluna, de Luna o de Piedratajada, que son los municipios colindantes. O
pudiese ser de algún otro sitio y pasara
por allí en calidad de viajante, tuviese sed y no encontrara aparcamiento, de
la misma manera que otros no encuentran árbol para ahorcarse.
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