José Luis Campos, en su artículo de opinión en un periódico digital
se pregunta: “¿Por qué si hay tanta crisis las terrazas están llenas?”. Y
aprovecha para simplificar la situación actual en España: “El 40% de la
población está endeudada, el 20% lucha por su supervivencia y el 40% restante
no tiene deudas personales”. Bueno, pues parece obvio que las terrazas las
llenará, supongo, ese 40% restante que pueden dormir un poco mejor por las
noches y donde se incluye a los
diputados que hasta tienen barra libre para desplazarse en clase business sin justificar facturas (Posada ve discutible que sea bueno
publicar los viajes de los diputados); a los tipos desahogados con las “tarjetas
black” de Cajamadrid; a los que hicieron negocios desde La Zarzuela (Horrach dice que si por él fuese no
veríamos a la infanta en el banquillo); y a los innumerables Bárcenas, que haberlos haylos, que siguen ocultos en la bruma y que no saben
o no contestan. Ese otro 40% de ciudadanos endeudados, paga lo que debe y se
sacrifica de forma espartana. No queda otra. Pero existe otro 20%, que
lucha por la supervivencia, que se limita a rebuscar en los cubos de basura,
a acudir a Cáritas, a solicitar ayudas públicas, y donde no queda tiempo para nada más. Ese conjunto de ciudadanos
también se acerca a las terrazas para aparar la mano a cambio de un “Dios se
lo pague” o tocar el acordeón a cambio de una propina que casi nunca llega. En
este tiempo las terrazas no se llenan. Hace demasiado frío como para sentarse a
ver pasar la vida. Sólo, si acaso, se sientan aunque el tiempo justo los
fumadores, a los que no les dejan echar humo dentro del local. Las revistas del
corazón sólo hablan de Isabel Pantoja,
cuya prisión por blanqueo de dinero parece inminente. Y Linde, durante su comparecencia en la Comisión de Presupuestos
del Senado, ha asegurado que la previsión del PIB en España para este año y el
que viene posiblemente habrá que revisarse a la baja por la mala evolución económica internacional. Mañana es 20-N, tricentésimo vigesimocuarto día del año. Quedarán 41 días para tomar
las uvas. Posiblemente sean las últimas que Rajoy se coma en La
Moncloa.
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