El asunto del cese desde el Vaticano a Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza, no
está nada claro. El arzobispo hizo unas declaraciones el pasado 12 de noviembre
señalando que hacía tiempo había escrito
a la Santa Sede
pidiendo su renuncia al cargo por motivos de edad (aún no había cumplido los 70
años) y como causa de su flojedad física derivada de varias operaciones
(próstata, menisco y corazón) sufridas tiempo atrás. Entonces me enteré por la
prensa de que el papa Francisco
había aceptado su renuncia; y en su lugar, de forma interina, habían puesto a un vicario hasta el nombramiento
de un nuevo arzobispo que pudiese hacerse cargo de la Archidiócesis. Ahora
aparecen nuevas y asombrosas circunstancias. Así, según leo hoy en el diario Heraldo de Aragón “fue la propia Santa Sede la que solicitó
expresamente a Ureña que se marchara al tener conocimiento de que éste acababa
de autorizar el pago de una indemnización de 60.000 euros a un diácono al que había decidido no ordenar como sacerdote. El
montante final de la operación es incluso mayor, puesto que el joven cobró en
‘limpio’ y el arzobispo se comprometió a abonar la parte de la cuantía que
corresponde a Hacienda: otros 45.000 euros”. Ureña manifestó tras su cese
que seguirá viviendo en Zaragoza y, desde entonces, se barajan los
nombramientos de Juan José Omella, actual obispo de
Calahorra, y los auxiliares de Madrid Fidel Herráez y Martínez
Camino. Curiosamente, el cese de Ureña coincidió con la culminación de un
proceso de fusión de Ibercaja y Caja Inmaculada (integrante de Caja3) que se
había formalizado el 25 de julio de
2013, cuando realizó una ampliación de capital de 325,5 millones de euros, que
fue suscrita por las tres entidades que la integraban, aportando como
contraprestación la totalidad del capital social del grupo (Caja Inmaculada,
Caja de Badajoz y Caja Círculo de Burgos) y que se formalizó el pasado 1 de
octubre con la firma de la escritura de fusión por absorción. Es necesario
recordar que Caja Inmaculada siempre estuvo controlada por el Arzobispado de
Zaragoza desde su fundación en 1905 por Acción Social Católica de Zaragoza, con
el nombre de Caja de Ahorros y Préstamos de la Inmaculada Concepción.
En 2009 se anunció a bombo y platillo su integración con La Caja de Canarias y Caja
Rioja, pero tal decisión, que había sido ratificada por su asamblea el 15 de
diciembre de aquel año, con el cambiar de dirección de la entidad se abortaron
esos planes. Hasta que en junio de 2010 se acordó crear un Sistema Institucional
de Protección (SIP) con Caja Círculo de Burgos y Caja Badajoz y empezaron a operar con el nombre de Caja3 el 2 de enero de 2011,
hasta que el 25 de julio de 2013, fecha en que la filial bancaria de Ibercaja
(Ibercaja Banco) se hizo con el 100% de Caja3, quedando participado en un 87,8%
por Ibercaja y en un 12,2% por Caja3, hasta el pasado 1 de octubre se llevó a
cabo la total fusión por absorción. Ya en febrero pasado, el Periódico de Aragón (Grupo Z) explicaba
a sus lectores que “las aventuras inmobiliarias de Caja Inmaculada en Andalucía fueron, en la mayoría de los
casos, un sonoro fracaso. Los principales proyectos acabaron paralizados,
algunos de ellos por decisiones judiciales. El gestor y cabecilla de esos
negocios era el empresario y abogado andaluz Ramón Marrero, que sorprendentemente fue recompensado por la CAI cuando rompió la relación
comercial con él, según el informe pericial
elaborado por la consultora KPMG y por encargo de la propia CAI, dentro
de la querella presentada por la entidad aragonesa contra éste y otros dos
exdirectivos”. (…) “Los negocios fallidos en el sur suponen -contaba entonces
El Periódico- una parte importante de la losa inmobiliaria que la ha sepultado,
pese a haber recibido cuantiosas ayudas
públicas, acabando siendo absorbida”. (…) “La primera operación conjunta fue
con la sociedad El Soto de Vistahermosa SL, que llevó a cabo esta urbanización
en la costa de Cádiz. Seguidamente, CAI aterrizó en el accionariado del
polémico campo de golf El Puerto, situado en Sanlúcar de Barrameda, y abrió una
sucursal en El Puerto de Santa María. La caja y el empresario estaban juntos en
Arcai Inmuebles SA --y a través de ésta en Golf de El Puerto SA e Inversiones
Turísticas y Deportivas SL--, en la que el promotor gaditano tenía el 25% (con
Auriga El Puerto SL). También compartían capital en Promociones Inmobiliarias
Berben el Puerto SL, Inverpuerto 2004 SL, El Soto de Vistahermosa SL,
Inversiones Inmobiliarias Andalsur SA y Uriva SA. Además de la relación
societaria, la mayor parte de estas empresas eran gestionadas por el ahora
imputado. El exdirector de la caja aragonesa, Tomás García Montes --también imputado-- formaba parte de los
consejos de administración de las empresas donde eran socios CAI y Marrero.
Algunos de los mayores proyectos promovidos en Cádiz estuvieron rodeados de
polémica y acabaron judicializados”. A
mi entender, aquí tanto Elías Yanes
como Manuel Ureña y buena parte de sus anteriores directivos de CAI algo
tendrían que explicar al respecto. Curiosamente ambos arzobispos están ya fuera
de juego. El primero, por anciano. El segundo, por su cese fulminante. Las
preguntas del millón serían ahora: ¿quién
se fue del pico? y ¿por qué? Para mí, este culebrón huele que atufa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario