El barco hace aguas pero la
orquesta del Titánic sigue sonando en
cubierta. La Comisión Europea
avisa de que la tasa de paro en España se reducirá desde el 24,8% actual hasta
el 23,5% el año que viene y se quedará en el 22,2% en 2016, con lo que seguirá
siendo excesivamente alta. Ante tales previsiones desesperanzadoras no es de
extrañar que las encuestas del CIS señalen el avance imparable de la formación
Podemos que lidera Pablo Iglesias.
En este país no todas las entidades y organismos son corruptos, pero la cifra
de políticos, banqueros y empresarios desvergonzados es extensa: más de 1.900
imputados, 170 condenados y más de 130 causas abiertas dan idea de lo que
sucede en las filas de PP, PSOE, CiU, UM y
Coalición Canaria. Y el número de aforados, 17.621 (no sé si antes o
después de la renuncia simbólica de Guillermo
Fernández Vara), es a todas luces escandaloso. Este es un país muy raro, donde los partidos políticos eligen
a los miembros del CGPJ, que nombra a los jueces del Supremo, quienes luego se
encargan de saldar cuentas con los cargos públicos. Francia, por ejemplo, sólo
tiene aforados al jefe del Estado y sus ministros; Italia y
Portugal, sólo a su jefe de Estado; y en Alemania y Reino Unido a nadie. Pero
lo más curioso es que desde la prensa de papel, casi toda ella “apesebrada” por
los cuantiosos beneficios que les generan los anuncios oficiales en época de
crisis, nadie pide la dimisión inmediata de Mariano Rajoy ante semejante desbarajuste. Claro, España no es una
democracia seria ni lleva camino de serlo mientas existan listas cerradas en
los comicios y mientras no se depuren responsabilidades a todos los niveles. Ni
se imputó a Felipe González por los
GAL ni a Yolanda Barcina por las
dietas de Caja Navarra ni a Rato por
Cajamadrid ni a Ana Mato por el tema
de Gürtel ni a Caruana ni a Mafo
por el descontrol en el Banco de España
sobre las chapuzas de las cajas de ahorros... La lista de ciudadanos que deberían
sentarse en el banquillo de los acusados sería interminable, porque los delitos
pueden ser por acción u omisión. Por eso digo que este país no es en la praxis
una democracia sino una oligarquía de partidos manejada como títeres por los
amos del dinero, esos tipos de rostro de cartón-piedra que nunca dan la cara ni
necesitan presentarse en listas electorales. Pero la Wallace Hartley Band, sigue tocando valses con
sus guerreras de color verde mientras “La Casta” espera impasible
la llegada de los hunos con el Tío de la Coleta al frente, que
mueve más voluntades que el legendario Atila.
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