Pues sí, me parece que está
llegando a su fin el “juancarlismo”, ya sin Juan Carlos, o sea, el régimen
brotado de la
Constitución del 78. Hay millones de españoles no conformes
con la situación actual. Los niveles de corrupción alcanzan límites
insospechados. El que trinca casi nunca va a la cárcel y, lo que es peor, jamás
devuelve lo trincado. Sólo, si acaso, algunos cabezas de turco ingresan en
prisión, léase Matas, sólo tres meses. Otros, léase Blesa, sólo unos días. Como escribe Manuel Muela, “el disfrute
omnímodo y continuado del poder, casi cuarenta años, por parte de los dos
grandes partidos hegemónicos los ha sumido en una molicie
que les impide palpar la realidad hasta el punto de creer que los ciudadanos
están al servicio de las instituciones, por muy ineficaces que sean éstas, y no al revés, que es lo
propio de las sociedades abiertas y democráticas. Cuando la corrupción aprieta,
se sueltan los latiguillos de que el Estado de Derecho funciona y que hay que
dejar actuar a los Tribunales”. Y José Manuel Caballero Bonald, al que nadie le
ha dado vela en este entierro pero que no hizo ascos al recibir el importe del
Premio Cervantes en 2012,
ha anticipado en la Cadena Ser que “Podemos es una formación insegura con
profesores pedantes”. Pero ese escritor podía haber dicho, por ejemplo, que
donaba los 125.000 euros del Premio de forma altruista como hizo, por ejemplo,
Elena Poniatowska un año más tarde, que lo donó en su integridad a una
fundación para promover la cultura en México, tal y como había prometido que
llevaría a cabo durante su discurso en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá
de Henares. Y Cospedal, en Onda Cero ha dicho sin empacho que “Podemos es un partido populista, de extrema
izquierda, cuyo
modelo es Venezuela, y que es muy peligroso para el sistema, para la
democracia, la libertad de prensa y todo lo conseguido en este país”. Vamos, el
canto de sirena que La Casta
lanza como un disco rayado, en un vano intento disuasorio hacia los decididos
votantes de esa formación política. Como puede colegirse, La Casta ha encendido las
primeras luces de emergencia, a no tardar aparecerán voces de “¡sálvese quien
pueda!” y con prisas de mal pagador intentarán abandonar el viejo barco lleno
de fisuras.
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