Las grandes empresas
proponen medidas para bajar el paro
siempre que disminuya el fraude laboral y las empresas se hagan más grandes.
Vamos, que si los inspectores de trabajo se dedicasen a inspeccionar, que para
eso cobran, y las pequeñas empresas de tres o cuatro operarios se hiciesen tan
grandes como los Altos Hornos de Vizcaya
para vender productos de abacería, el paro disminuirá considerablemente. Al
menos así lo entiende César Alierta,
presidente del Consejo Superior para la Competitividad. De la misma
manera, habría que decirle a Alierta que si se pagasen los dividendos de las
“matildes” por el mismo importe efectivo que se pagaron en años anteriores y no
a casi la mitad, como se practica ahora, el ciudadano corriente que se metió en
tal aventura bolsística ya en los legendarios tiempos de Barrera de Irimo, dispondría de más dinero para comprar en Mercadona
artículos de primera necesidad, o sea, macarrones y esas cosas. En su informe “España 2018”, Alierta ha
asegurado que “España tiene una clara
oportunidad para mejorar su escenario macroeconómico a través de un cambio
radical". Cuando los empresarios hablan de "cambio radical" todos sabemos a qué se
están refiriendo. Son los cambios que proponía aquel Fernández Ordóñez al que todos llamaban Mafo, un tipo que ahora está en la cárcel, Rosell y Maroto, el de
la moto. Para Alierta, digo, es posible el reto si se lleva a cabo con el
esfuerzo de todos para que vuelva a ser un país –dice- que sorprenda al resto
del mundo. Hombre, lo que cuenta ese señor por todos es sabido. España está
sorprendiendo al resto del mundo por la corrupción política, por los
inexplicables “sicav” que practican gente como él, por las tarjetas “to’pagao” de Cajamadrid, por los fraudes en los ERE en Andalucía… También
resalta Alierta “la importancia de mejorar el nivel educativo de la población
para reducir la brecha de bienestar con los principales países desarrollados”.
Nunca ha habido muchachos tan bien preparados en España que, por las
circunstancias, tienen que mendigar trabajitos de mierda en Alemania. Alierta
haría bien en callarse. El Consejo Superior de la Competitividad en
un país con casi seis millones de parados sin visos de solución queda muy bien.
De vez en cuando se reúnen sus miembros, sueltan frases-papilla y consideran
que, de seguir sus consejos, este país irá mejor. Mejor para ellos, claro.
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